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 domingo, 18 de marzo de 2007  
Cosa e' mandinga: Central hizo el gasto pero perdió de nuevo

Central creó las condiciones, puso lo que creyó necesario para alcanzar su objetivo y dejó la sensación de que podía. Bajar al líder en un momento así hubiera sido un bálsamo para curar las heridas que traía. Pero se le agrandó el arquero rival, además no supo ensancharle el arco y expuso el suyo con un error de principiante. Así sumó su tercera derrota al hilo y ningún atenuante lo consoló, más allá de que anoche pareció cosa e' mandinga.

Los estados de ánimo potencian o debilitan el quehacer cotidiano y también valen para una expresión colectiva como es el fútbol. Por eso Central varió radicalmente la imagen. De la abulia mostrada en Avellaneda, en el último capítulo del ciclo de Gorosito, pasó a una por momentos arrolladora. Una pena que así y todo no haya podido ganar. ¿Qué cambió? ¿Fueron los decisiones de Riquelme las que le dieron confianza al plantel o la propia necesidad? Lo cierto es que el tremendo desgaste físico del primer tiempo erigió a Orión en figura. El ida y vuelta de Di María, el nunca dar la pelota por perdida de Zelaya, lo mismo que el debutante Caraglio, la ubicuidad de Calgaro, el trajín desordenado de Ríos y la firmeza por entonces del fondo, hicieron un combo que maniató a San Lorenzo.

El promisorio Caraglio mostró dos veces el camino, Zelaya lo siguió y hasta Garcé tuvo su chance. Pero en todas un muy despierto Orión abortó el grito de de Central.

Lejos estuvo San Lorenzo de sacarle lustre a su chapa de líder. Si bien tuvo a dos delanteros picantes (pese a que Silvera se bajó a último momento por lesión), al tándem Hirsig-Ledesma le costó hacer pie en el medio ante la decisión canalla en las divididas.

Pero San Lorenzo sí tuvo lo que le faltó a Central. La decisión implacable de Gastón Fernández para aprovechar su momento ante una falla inexplicable de Raldes al inicio del complemento. El boliviano se tropezó y la Gata se fue derechito a someter a Alvarez desde afuera del área, contando con la distracción que le ofrecía el ingreso solitario de Jiménez a su derecha.

El pecado capital canalla fue entonces no pasar factura. Cuando tuvo varios momentos para hacerlo. En cambio, San Lorenzo aguantó el vendaval, sacó máximo provecho del suyo y se llevó una victoria demasiado grande.

Raldes se descontroló en la cancha con sus pies, Ríos lo hizo en el banco con su boca y así los experimentados, como el Kily ante Independiente, no hicieron los deberes como los pibes y esos detalles también explican una derrota. Los aplausos del final al equipo obraron como justo reconocimiento al esfuerzo, pero la saga de padecimientos seguirá inexorablemente una semana más.
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Ledesma derriba a Di María, quien alternó buenas con malas.

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