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domingo,
11 de
marzo de
2007 |
Opinión: Con sangre no entra
Marcela Isaías / La Capital
El año pasado la decisión de una profesora de matemática de demandar a un alumno por haberle cuestionado sus exámenes sorprendió por lo extremo de la medida. Y, cuando todo hacía prever que el conflicto no tendría solución, la mediación fue el instrumento que puso fin a un hecho que parecía imposible de resolver.
Es verdad que aquella desavenencia suscitada no es comparable -por darse en un plano diferente de relaciones- al que en este momento se vive entre maestros y gobierno provincial. Pero es aleccionador en un punto: la confianza puesta en la palabra para resolver un problema sin salida.
Está claro que el diálogo no es monólogo, y que el ámbito del encuentro debe dar garantías a las partes para que el intercambio de opiniones pueda darse. Y sería clave la aparición de una figura que medie en esta tarea de acercar posturas.
La solución al conflicto docente está en manos de las partes, basta con sentarse a conversar en un espacio neutral, o apelando a la intermediación de una figura externa, representativa para gremio y gobierno. Las amenazas, como implementar una medida tan repudiada como es el presentismo, en nada contribuyen a estos encuentros. Está demostrado que "la letra con sangre no entra".
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