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 sábado, 10 de marzo de 2007  
Reflexiones
Respetar las normas

Aleardo Laría

Por Aleardo F. Laría
En Pekín se ha institucionalizado el día 11 de cada mes como "el día de respetar la cola". Se ha elegido ese día porque el 11 simboliza a dos personas, situadas una tras otra. La campaña lanzada por las autoridades pretende erradicar el hábito consolidado en China de abalanzarse sobre los colectivos o de saltarse las colas. Se trata de mejorar la imagen frente a los centenares de miles de turistas que acudirán a los Juegos Olímpicos del 2008.

China tiene 1.200 millones de habitantes. Por consiguiente, es habitual que frente a paradas de colectivos, cajeros de los bancos, boletería de los cines u otros servicios, se sitúen abigarradas multitudes. No siempre se forman ordenadas y democráticas colas, y cuando se acerca el medio de transporte se abalanzan de forma desordenada. En las escasas ocasiones en que los ciudadanos consiguen formar una ordenada y disciplinada fila, nunca falta el espabilado de turno, que sin ningún rubor, se salta la cola.

Actualmente, una pléyade de personas mayores y desempleados organizan el tráfico de vehículos, ciclistas y peatones en los cruces de las grandes avenidas de las principales ciudades chinas. Pero en cuanto desaparece la vigilancia, retorna el caos y el desorden habitual.

En el Perú de Alan García se ha lanzado también una campaña institucional para erradicar otro desagradable hábito social. En este caso se trata de acabar con la incómoda costumbre de llegar tarde a las citas y los encuentros sociales. Ninguno de los espectáculos públicos o eventos sociales empiezan en Perú a la hora programada y lo normal es que se inicien con no menos de media hora de retraso.

"La puntualidad es una virtud cívica que expresa respeto a los otros", explica Max Hernández, secretario del Acuerdo Nacional, un foro formado por el gobierno, los partidos políticos y otras organizaciones civiles para impulsar la campaña. Es también un signo de modernidad. No es posible ser competitivos en un mundo donde el "just in time" (servir a tiempo) de los japoneses es una de las bases fundamentales de la nueva organización industrial.

Por su parte, en España, el presidente Rodríguez Zapatero acaba de anunciar la instalación en León de un centro automático de denuncias de tráfico. Los radares instalados en las carreteras detectarán los excesos de velocidad. La información llegará al centro vía satélite y se identificará al infractor mediante consulta al registro general de vehículos. El sistema genera en forma automática la denuncia que es notificada en 24 horas al titular del vehículo. El control del pago se realiza también en forma automática.

A finales de 2007 estarán operativos unos 500 radares fijos en las principales carreteras españolas. Para el gobierno, la persecución de las infracciones de tránsito es un elemento esencial de la política de seguridad vial.

El incumplimiento de los horarios, la falta de respeto a las normas de tránsito y el hábito de sortear las colas, constituyen también prácticas arraigadas en la cultura de los argentinos. Son muestras significativas de un atraso cultural reacio a desaparecer y muestras de un persistente y primitivo individualismo.

Los ejemplos de chinos, peruanos y españoles prueban que la erradicación de los malos hábitos sociales no puede quedar librada a la buena voluntad de los ciudadanos. Sólo con inteligentes campañas organizadas desde el gobierno o desde la sociedad civil, persiguiendo a los infractores, es posible erradicar tenaces y arraigadas costumbres.

La "anomia", es decir el incumplimiento persistente de la ley, es -como lo denunciara hace muchos años el politólogo Carlos Nino- uno de los mayores defectos de la sociedad argentina. En el fondo, es la expresión inconsciente de arraigadas prácticas de supervivencia instaladas en las sociedades primitivas. Ya es hora de plantearse renunciar a seguir operando bajo la ley de la selva.
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