|
viernes,
02 de
marzo de
2007 |
Trabajar con el corazón
en la boca
Desde el mismo momento en que murió Carlos Martín Pérez hay una idea que ronda las cabezas de sus compañeros de trabajo: todos están convencidos de que lo que le pasó al chico les podría haber pasado a ellos. En este marco, ayer se podía oír el malestar de los repartidores respecto de las condiciones de trabajo teniendo en cuenta del creciente riesgo que implica el oficio por estos días.
Según comentarios de los compañeros de Carlitos Pérez, una de las quejas más importantes se refería a cómo deben responder en casos de robo. "Nosotros manipulamos hasta 8.000 pesos por día, pero si nos asaltan sólo reconocen 100 y tenemos que poner el resto del bolsillo. Y como intentos de robo o aprietes tenemos casi todos los días, eso hace que al final tengamos que resistirnos porque si no terminamos pagando los robos", coincidieron.
Indiferencia
.Otro aspecto era que a la Coca Cola no le importa si tenemos que entrar en una zona peligrosa En este sentido Angel Acuña delegado de los repartidores de la firma para la que trabajaba Pérez explicó que cuando un pedido no se entrega los choferes están obligados a volver a la hora que sea y donde sea no importa si cuando fueron el almacenero no estaba tampoco les interesa si los empleados vieron algún movimiento extraño en el barrio tienen que volver igual
Sin embargo, la indignación más grande de los empleados para con la Coca Cola era que no los acompañó en el dolor y la preocupación. "Decidimos no salir a repartir para acompañar a la familia de nuestro compañero en este momento, y ahora nos amenazan con dejarnos en la calle a todos. Está claro que no les importamos, para ellos no somos otra cosa que los negros que bajan los cajones", bramaron ayer los distribuidores que trabajaban con Pérez.
enviar nota por e-mail
|
|
|