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domingo,
14 de
enero de
2007 |
[En el medio]
Un paseo por la fábrica de noticias
El periodista Hugo Muleiro analiza en "Al margen de la agenda" cómo se construye sentido puertas adentro de las redacciones
Por Lisy Smiles / La Capital
Algunos titulares: “La llegada del Papa provoca caos en el tránsito”, “Acusan a un niño de robar a un taxista”, “La Iglesia Católica valora a un obispo más allá de su elección sexual”, “El gobierno detallará a diario la cantidad de pobres en el país”. De estos títulos, algunos de ellos parecen ingenuos; otros, de dudosa publicación. Son en realidad ficciones que responden tímidamente a los planteos señalados por el periodista Hugo Muleiro en su libro “Al margen de la agenda” (Fondo de Cultura Económica)
Muleiro acompaña el título de su libro con tres palabras clave en la temática: “noticias, discriminanción y exclusión”, que sin duda advierten al lector sobre el punto de vista elegido para abordar el tema. El autor se ubica desde el concepto del derecho a la información, y propone comprender a la información como un bien social. Así, tensiona desde el primer momento la tradicional consigna de la libertad de expresión, para inclinarse sobre los derechos del receptor y no sólo del autor, o del medio.
Escrito en un lenguaje sencillo, incluso con giros que lo asemejan a un manual, el libro se presenta como una herramienta no sólo útil para la práctica profesional, sino como llave que puede abrir más de una polémica en las redacciones de los medios de comunicación.
Hugo Muleiro es periodista y como tal trabajó en las redacciones de las agencias DyN, NA, Ansa y Télam. Su saber práctico atraviesa el libro, con numerosos ejemplos que invitan a la discusión sobre las gramáticas de producción de los medios.
Ellas y/o ellos
Un interesante ejemplo se ve apenas se franquea la introducción del libro. Muleiro plantea una discusión, para nada lejana de la ironía, sobre cómo debe nombrarse a un hombre que practica sexo a cambio de dinero. Además de identificarlo por el apellido o como “el hombre”, el redactor reclama otros apelativos para no caer en una tediosa reiteración. Surge entonces “prostituto” ante lo cual el periodista reacciona con indignación, “diciendo que sólo existe la palabra prostituta y que, claro, se refiere únicamente a las mujeres”, relata Muleiro. Ante tal situación, el editor se arriesga y va por más: “pongamos entonces «el prostituta»”, al estilo de “la juez” como suele aparecer en algunos medios. La discusión no se zanjó.
Pero el libro no se queda en el análisis pragmático del lenguaje, avanza y profundiza en el proceso de generación de las noticias. “Se busca demostrar que desde el momento en que comienza a examinarse qué es una noticia, y si corresponde definirla o no, hasta que se llega a su publicación, se acumula una suma de elecciones que determinan sentidos”, explica el autor.
Así, se apoya en la figura de los derechos del receptor y no en los del autor que busca imponer autoridad sobre el material producido. Por ese camino plantea la necesidad de reflexionar sobre el código a utilizar al momento de narrar una noticia. Dice que si se pierde de vista este concepto, el redactor “estará corriendo el riesgo de usar ese código (el lenguaje) como instrumento de discriminación y como generador y reproductor de las desigualdades sociales".
Pero más allá de los manejos internos, el libro avanza sobre la relación entre agenda noticiosa y poder. Cita casos reales y así invita a que lector se pregunte sobre los estigmas que los medios imprimen en los actores sociales. También desmonta eufemismosnados eufemismos como el archiconocido "plan de austeridad", cuando se trata de un ajuste económico a rajatabla.
"Al margen de la agenda" cierra con dos capítulos dedicados a analizar cómo los medios discriminan y manipular informaciones que tienen por protagonistas a niños, jóvenes y mujeres.
Es destacable el registro en que está escrito el libro, pedagógico pero con toques irónicos y de humor, que ofician de guiños a un lector que fue tomado en cuenta. Un ejemplo de cómo puede trabajarse un texto desde lo que se pregona: la información como bien social.
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