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domingo,
14 de
enero de
2007 |
Una epopeya a lomo de mulas y caballos
Todo está bien durante el trayecto entre Polvaredas y Punta de Vacas. El cansancio se eclipsa ante el paisaje inconmensurable. El entorno deja a cualquiera boquiabierto y nadie se arrepiente del sacrificio que significa pasar una semana de campamento en los Andes. Hasta que, de repente, los caballos y las mulas hacen de las suyas. El primero es menos resistente pero más predecible. Sólo si está muy desgastado puede sorprender.
La segunda, mezcla de yegua y burro, puede reaccionar del modo menos imaginado. El rigor del rebenque parece no amilanar a la mula. Hace lo que quiere hasta que el baqueano la pone en línea. Igual, sus aptitudes son absolutamente destacables: trepa en lugares complicados, su resistencia es increíble, pisa segura y percibe el peligro. En fin, para quienes resaltan sus virtudes, sólo es un poco terca, "como una mula".
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