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 sábado, 13 de enero de 2007  
Isabelita, el Brujo y el baño de sangre

María Estela Martínez de Perón se convirtió a los 43 años en la primera mujer presidenta de la Argentina el mismo día que enviudó, el 1º de julio de 1974. En los casi 21 meses que duró su mandato se mostró impotente frente al estallido de la luchas sectoriales que desintegraron su poder institucional.

De su vida, antes de conocer a Perón, sólo hay recuerdos borrosos: nacida en la Rioja, hija de un funcionario bancario, fue buena alumna en la primaria y estudió teatro, música y danzas. Con esas armas, se integró a un elenco artístico que la llevó de gira como bailarina a Panamá con apenas 24 años, donde conoció al líder, que le llevaba 35. Allí logró establecer una relación que algunos biógrafos definen como de asistente o secretaria, aunque sin lograr ganarse la confianza de los pocos fieles que rodeaban al general, que la consideraban una total advenediza.

Es en 1960, cuando Perón se establece en Madrid, que esta mujer de figura entonces menuda y armoniosa aparece ya en un rol central que en poco tiempo la convierte en tercera esposa de Perón y, según sus exégetas, en su futura discípula. El caudillo exiliado envía entonces a su propia mujer a trasmitir las instrucciones en una tarea de restablecimiento de las lealtades sin los equívocos de otros intermediarios.

Es cuando María Estela se convierte en "Isabelita", el nombre de guerra con que circula semiclandestina por Argentina, de donde regresa con otra adquisición: el ex cabo de policía aficionado al esoterismo José López Rega.

De la mano de Isabelita, López Rega ascendió primero a mucamo de Perón, luego a su secretario privado y finalmente en una figura central de su entorno, cada vez más decisiva a medida que la salud de Perón declinaba y su dependencia se tornaba aguda. El estallido de las disputas internas en el peronismo durante la efímera primavera de Héctor Cámpora alumbró la formula Perón-Perón, con que el anciano general y su esposa cosecharon casi el 60 por ciento de los votos.

Luego todos los piolines se desataron y "la señora" quedó a merced pero también a disposición de las demandas lopezrreguistas, mientras esa federación de bandas, denominada Triple A, regaba el país con cientos de asesinatos de "zurdos".

La ofensiva del sindicalismo ortodoxo de julio de 1975 obligó a Isabelita a deshacerse del Brujo, que logró huir de la Justicia hasta 1986, cuando fue repatriado, juzgado y murió en una cárcel argentina.

María Estela Martínez, ya viuda de Perón, se quedó en cambio hasta su anunciado derrocamiento el 24 de marzo de 1976, tras el cual permaneció encarcelada cinco años, mucho más que su aliado, el Brujo López Rega.
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