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 domingo, 07 de enero de 2007  
El cazador oculto: "Hay que salir a pelear con sable de luz"

Ricardo Luque / Escenario

Ser joven en Rosario en 1977 no era fácil. Ser joven nunca es fácil, claro, pero en tiempos de la dictadura era peor. Andar de noche, ir a un recital o al cine, era un pasaporte seguro al calabozo, más si se tenía pelo largo y jeans gastados. Igual la calle ejercía una atracción fatal y cualquier excusa era buena para salir. Un estreno de una obra de teatro independiente o de una película de Bergman en el Arteón era lo mismo. Lo que importaba era respirar un poco de aire, después de tanto encierro. Por eso, cuando se estrenó "La guerra de las galaxias", nadie dudó en que había que ir a verla, aunque era un típico producto imperialista de Hollywood. Para un estudiante del Politécnico, la ciencia ficción era cosa seria. Una maravilla que atesoraban los libros de Isaac Asimov, Ray Bradbury y Arhur C. Clarke. "2001: Odisea al espacio", en la versión para cine de Stanley Kubrick, había sido un shock. Computadoras parlantes desafiando la inteligencia del hombre, naves flotando en el espacio al ritmo de un vals de Strauss, monos con la fiereza animal del hombre. Un futuro tan oscuro y familiar como los días que, en esos años de plomo, había por vivir. Por eso, cuando en la cartelera rosarina anunció la película de George Lucas, se encendió una luz de esperanza. No había que perdérsela por nada del mundo. Pero vaya sorpresa, no había metáforas celestiales ni imágenes alucinógenas, nada que ver, era una película de vaqueros ambientada en unos planetas que el hombre jamás imaginó conquistar más allá de la imaginación. En ese momento era difícil imaginar que esa película se convertiría en una saga y esa saga en una mitología que trascendería el siglo XX. Pero fue así. Pasaron 30 años desde aquella tarde de matiné en la que el Halcón Milenario despegó por primera vez rumbo al hiperespacio desde la butaca del Palace. Ya no hay militares en el gobierno, aunque el aire está cargado de una tensión extraña. Qué bueno sería volver a escuchar al maestro Yoda desear: "Qué la fuerza contigo sea". Y salir a dar pelea con el sable de luz en la mano.
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