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 sábado, 30 de diciembre de 2006  
Opinión
Cambios en educación: del dicho al hecho

Guillermo Sole (*)

Luego de aprobarse en el Congreso de la Nación la nueva ley de educación nacional, es hora de empezar a pensar sobre su implementación: estructura, diseños curriculares, contenidos y presupuesto, ya que es a partir de estos temas donde tomarán forma los fines propuestos en el proyecto.

Después de la infausta experiencia de la ley federal de educación, se torna imprescindible volver a “secundarizar” la educación de los adolescentes, no sólo como estructura curricular, sino también física. Esto implica que desde el Estado se debe realizar un reequipamiento serio y racional de las escuelas medias: crear nuevas instituciones; mejorar la infraestructura de las existentes; equipar con criterio racional las bibliotecas; poner un tope de no más de treinta alumnos por división; construir y equipar laboratorios; crear los cargos necesarios de auxiliares docentes: preceptores; bibliotecarios; profesionales de la salud (itinerantes o afectados a un número acotado de escuelas) y pensar en cargos docentes en lugar de horas cátedra, todo esto como para empezar.

Tampoco pueden estar ausentes de la escuela las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, para cuya implementación no sólo es necesario mandar computadoras, pues, como todas las disciplinas están atravesadas por estas nuevas formas de comunicación, los docentes deben estar capacitados para utilizarlas. Todas las escuelas deben tener conexión de internet, con personal auxiliar que colabore y organice el uso de las máquinas en cada institución.

Se podría continuar la lista aún más, pero preocupa también hacer una reflexión sobre los futuros diseños curriculares, centrando la mirada en una disciplina marginada de los últimos planes de estudio, como es la física.

Así como la matemática y la lengua materna ocupan el centro en los diseños curriculares, las ciencias naturales, en general, y la física, en particular, permiten a los niños, adolescentes y adultos descubrir el mundo físico. Y no sólo lo hacen a través de sus contenidos, sino que enseñan ni más ni menos que a preguntar/se ¿por qué?

Tan importante es la comprensión del mundo físico en la evolución del pensamiento que Piaget basa gran parte de sus estudios sobre la evolución del pensamiento en conceptos tales como: espacio, tiempo, causalidad, número, etcétera, estableciendo además paralelismos entre la formación del pensamiento racional y la historia de las ciencias.

La enseñanza de las ciencias no sólo aporta datos sobre la realidad, también evidencia y estimula el desarrollo de la inteligencia en niños y adolescentes, permitiendo detectar el grado de madurez por el que están transitando.

La etapa final del desarrollo del pensamiento lo constituye la posibilidad de un razonamiento hipotético deductivo, es decir, la capacidad de llegar a conclusiones a partir de hipótesis.


Madre de las ciencias
En otro orden, Galileo Galilei, en el intento de describir matemáticamente el movimiento de los cuerpos partiendo de observaciones sistematizadas, estaba “fundando” la forma que tiene el hombre moderno de comunicar sus conocimientos: eso que hoy llamamos “ciencia”.

La física es considerada por muchos la Madre de las Ciencias, no sólo por haber aportado un método que luego fue aplicado a otras disciplinas, sino también porque es a partir de esta ciencia como pueden explicarse fenómenos tanto químicos como biológicos.

Otra de las cuestiones que deberían explicitarse por parte del Estado, es qué proyecto de desarrollo científico y tecnológico se persigue, porque de tenerlo, se hace necesaria la formación de recursos humanos que lo sustenten. Con lo cual la educación secundaria debería tener los contenidos necesarios que permitan a los jóvenes la continuación de estudios superiores con una sólida base en su formación previa. Más aún si tenemos en cuenta que la matrícula de las carreras que tienen a la física como ciencia básica ven disminuir su matrícula año a año, así como también su número de egresados. Al respecto, es bueno recordar al científico argentino Marcelino Cereijido que sostiene que un país es subdesarrollado no sólo cuando es pobre, sino cuando hay otro país que sabe más que él sobre su propia realidad.

En consecuencia, tanto las conducciones políticas como la sociedad en su conjunto deben tomar conciencia de la importancia que tiene la educación científica tanto para la formación integral de nuestros niños y jóvenes como también para el desarrollo de nuestra sociedad. Para ello es necesario contar en las escuelas con los recursos materiales, humanos y pedagógicos que permitan acercarse a este objetivo.

(*)Profesor de física, y jefe del Departamento de Física del Instituto Nº 28 Olga Cossettini.
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