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| jueves,
28 de
diciembre de
2006 |
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Charlas en el Café del Bajo
-El hombre, Inocencio, poca cosa es sin una mujer que lo guíe, que lo acompañe, que lo rescate de las cosas del mundo. Sin esa presencia, su montaña por algún flanco se derrumba. Le quiero contar algo: Hace muchos años, tantos que ya ni recuerdo cuantos, estuve de paseo por la ciudad de Mar del Plata.
-¿Y cuál sería la novedad, lo interesante de ello? No veo nada raro en que halla visitado Mar del Plata y encima hace muchos años. ¿Qué tiene que ver ello con la cuestión del hombre y la mujer.
-Es que entonces descubrí en la ciudad atlántica un ser maravilloso.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
-Tan maravilloso que no creía que fuera una mujer, sino un ser místico, una luz venida de quién sabe dónde a rescatarme.
-¿No exagera un poco?
-Un poco sí, pero sólo para darle una pizca de magia a la historia. Podría decir, por ejemplo, para seguir en ese curso, en ese hilo narrativo, que "mientras caminaba en la noche silenciosa por las playas del mar, mientras el silencio de la noche del ser y del mundo era quebrado sólo por las olas y la penumbra apenas iluminada por las constelaciones, una luz (si es que a los seres mágicos y resplandecientes puede llamárseles luz) vino a mi encuentro caminando por la orilla del mar. Al principio me turbé, lo creí una ilusión, una jugarreta de la noche, una materialización mágica de mi sueño, después renuncié a mi creencia. La luz, tierna, de ojos castaños, dulce, delicadamente bondadosa, me encandiló...
-Muy poético.
-La poesía era ella.
-Siga, siga.
-Por un momento, y para seguir con mi historia fantástica, para creer en el final feliz de una parte de mi vida me dije: "Los Atlantes, esos seres adelantados en lo intelectual y espiritual, en realidad existieron y he aquí a una de sus doncellas que viene a mi encuentro". Aquella noche dejó de ser noche mientras la luz permaneció conmigo. Pero después...
-¿Qué pasó después?
-La luz, esa mujer, se fue internando de a poco en la inmensidad del mar. Y allí estaba yo, observando cómo se alejaba y cómo de nuevo las sombras de aquella noche me cubrían hasta hacerme suyas. No sé cuanto tiempo la luz permaneció a mi lado. No sé si fueron apenas segundos o mil años, pero sé que mientras estuvo, todo tuvo un sentido, todo era diáfano y todo estaba en orden. Mas cuando se fue deslizando entre las olas de la inmensidad hasta perderse, yo empecé a rodar por el abismo del destino.
-¿Jamás volvió?
-Bueno, no lo sé. Y si lo sé, pues esa parte de la historia no viene al caso. Lo que quiero decir es que creo que el hombre casi siempre padece (padecemos) de ese machismo absurdo, ridículo y hasta cierto punto grotesco que es verdadero hazmerreír para los que advierten con buen criterio y sano juicio el rol determinante de la mujer en nuestras vidas.
-Bueno...
-Seamos sinceros. Nada seríamos o muy poca cosa sin esa luz, ese faro que es punto de referencia para fijar el rumbo. En ocasiones, más que faro es propio motor que impulsa nuestra nave a puertos maravillosos.
-O a naufragios seguros.
-A veces sí. Pero el naufragio, Inocencio, siempre estará asegurado sin la presencia de la luz. Inocencio... "vino a mi encuentro caminando por la orilla del mar. Al principio me turbé, lo creí una ilusión, una jugarreta de la noche, una materialización mágica de mi sueño, después renuncié a mi creencia. La luz, tierna, de ojos castaños, dulce, delicadamente bondadosa, me encandiló...".
Candi II
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"No me fui del peronismo, sigo siendo peronista y mi deseo es que valiosos intendentes, presidentes de comuna y concejales de este partido vengan al Frente Progresista para construir una provincia mejor".
María del Carmen Alarcón
Diputada justicialista echada del Frente para la Victoria
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