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 miércoles, 13 de diciembre de 2006  
La OMS prevé un importante incremento de la tasa de suicidios a escala mundial

Clarisa Ercolano / La Capital

Hablar de la muerte nunca resulta tarea sencilla. Sobre todo dentro de la cultura occidental, donde se la identifica como el final inexorable del paso por este mundo. Y menos sencillo resulta aun cuando no sobreviene por causas “naturales”, sino por decisión propia, más precisamente, por un suicidio. En los primeros años de este siglo, más de cinco millones de personas en todo el mundo tomaron la decisión de acabar con sus vidas. Y estudios estimados de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifran en más de un millón y medio el número de personas que podrían hacerlo en el 2020. De hecho, en Rosario, sólo este año, 198 personas fueron atendidas en los efectores públicos víctimas de intentos de suicidio (ver aparte). En la mayoría de los casos, quienes toman la decisión sufren enfermedades y trastornos mentales, por eso, este año, consagrado a la salud mental, busca ser un llamado de atención sobre el tema.

   Junto a la gravedad de los efectos para quienes sufren la pérdida de seres queridos por esta causa, el suicidio en todas las regiones del mundo se ha convertido en una realidad de la salud pública tremendamente compleja, con una incidencia ascendente tanto en hombres (la mayoría), como en mujeres. Más personas mueren en el mundo por suicidio que del total combinado de fallecidos en guerras y por asesinatos. Los últimos datos de la OMS son escalofriantes e indican que se cuenta ya como una de las tres causas principales de muerte entre personas de 15 a 44 años de ambos sexos (estas cifras no incluyen los intentos de suicidios).

   Expertos de la OMS advierten también sobre el tabú que existe sobre el tema, lo que dificulta una aproximación, sobre todo por sus vinculaciones con la vergüenza y el desasosiego. Sin embargo, los expertos afirman que si de esto se hablara abiertamente, los pensamientos suicidas dejarían de ser un problema a ocultar sino una cuestión a resolver.

Los últimos datos de la OMS son escalofriantes e indican que el suicidio se cuenta ya como una de las tres causas principales de muerte entre personas de 15 a 44 años de ambos sexos. El psiquiatra Eduardo Kalina es uno de los médicos pioneros en abordar la problemática del suicidio en Argentina y ofreció a La Capital una explicación de este mal oculto del siglo XXI. “Los índices aumentan porque la sociedad propone un modelo monetarista, globalizado y muy cruel. El mundo es de los que triunfan y de los que tienen poder, y entonces, todos lo que no lo logran están en inferioridad de condiciones y sienten que no valen nada”.

Para Kalina, sociedad y familia son dos estamentos donde el suicida encuentra sus penosas motivaciones, porque, “enseñan los modelos correctos e incorrectos en que podemos vivir, por lo general exitistas, y si no se accede a esto, la vida no tiene ningún valor. Este mundo donde vivimos lleva en sí un desprecio tan grande por la vida que hace que carezca de todo tipo de valor”.

  Para reforzar su idea, el psiquiatra cita como ejemplo una situación vivida hace unos años en las olimpíadas realizadas en la ciudad norteamericana de Los Angeles. Allí se repartió una encuesta entre un grupo de deportistas y se les preguntaba qué harían si podrían tomar una sustancia que los saque campeones, aun sabiendo que la misma los mataría en dos años. Casi la totalidad respondió de manera afirmativa.

   “Esta sociedad no hace planes a futuro, hay que ser exitoso ya, y no importa de qué manera. Frente a esto el suicidio es casi un colorario directo”, refiere el médico y aclara que más alla de los contextos adversos, “sólo se suicidan aquellos con una conjunción negativa entre el marco social, el familiar y el personal”, porque, “el libreto está escrito, pero sólo algunos lo interpretan”, dice.

   Kalina estudió junto a un grupo de psiquiatras las causas de un récord de suicidios en la costa oeste de EEUU. En las víctimas se observaba un patrón común: desde muy chicos todos habían escuchado en sus hogares que el mundo era de los fuertes. “Hay gente más permeable que otra —dice Kalina—. Algunos se sienten que son pasibles de desecho”. El médico alude además al correlato con la enfermedad mental, la depresión y la baja autoestima. “Es sin dudas una salida psicótica para acabar con el drama que viven”, refiere el profesional.

El saber popular afirma que todo aquel que amenaza con suicidarse, no tiene planeado hacerlo. Sin embargo, Kalina advierte que no hay que minimizar este tipo de demandas. “Cuando alguien empieza con esos actos lo hace por desesperación, no es verdad lo que plantea el saber popular, en realidad el que lo manifiesta pide atención, avisa que está muy mal y que hay que atenderlo”.

El abuso de sustancias es otra patología relacionada con el modelo suicida, sin embargo, Kalina reconoce que quienes consumen, por lo general, no piensan en los efectos de sus actos. “Quien se droga busca sensaciones distintas, sin ver que esto entraña consecuencias”. Otro lugar ocupa la sobredosis, “donde los riesgos de muerte son más claros y se juega constantemente con el límite”.

Pero cuáles son los indicios que indican que una persona es candidata de atentar contra su vida. Según Kalina, hay que prestar atención cuando alguien comienza a dormir poco, consumir pastillas, manifestar cansancio acerca del modo en que vive, e incluso, perpetrarse daños contra el propio cuerpo, como cortes y lastimaduras.

“La mayor parte de la gente no entiende esta condición como una patología. No hay que minimizarla, hay que tomarla muy en serio, pero como el tema tiene que ver con la muerte, siempre está muy negado”, aseguró Kalina.

El suicidio, lamentablemente, es el culpable también de muertes que se transformaron en sucesos mediáticos y que impactaron claramente en la cultura popular. Algunos de los casos más recordados provienen del mundo del rock, como el lider de Nirvana, Kurt Cobain y el de Inxs, Michael Hutchence.

También existen resonantes casos en el país, de genialidades del mundo de las letras, como Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik. “Cuando se suicidan personajes famosos, muchos siguen su “ejemplo”, porque fantasean con encontrarse con ellos en el más allá”, precisó Kalina para finalizar.
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