Aniversario del cacerolazo

A cinco años del cacerolazo evocamos que ante la convocatoria realizada por Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) nuestra entidad decidió iniciar la jornada del 12 de diciembre de 2001 con un corte de tránsito (San Luis y Corrientes), a las 13, con bocinazos y cacerolas. Asombroso: la prensa cubre el evento y notamos que desde los edificios apareció la herramienta que configuró (a nuestro juicio) una novedosa forma de protesta. No éramos sólo los empresarios. El pueblo acompañó la gesta y por la noche Rosario fue testigo de uno de los apagones más contundentes de su historia. Se reclamaba un cambio urgente de la política económica que estaba hundiendo a las pymes (100.000 cierres y 900.000 nuevos desocupados) y consecuentemente a la sociedad argentina profundizando la marginalidad y la pobreza. Todo era frustración e incertidumbre. ¿Cómo podía ser? Un país rico y un pueblo pobre. ¿Cómo podía entenderse la aceptación de emisión monetaria (salvo Santa Fe) de todas las provincias en un signo evidente de anarquía? ¿Cómo se puede apropiar el sistema financiero de los ahorros de la gente? ¿Cómo es posible que un helicóptero portara sin pena ni gloria a quien se había elegido para gobernar, sin una sola expresión de culpa y responsabilidad asumida? ¿Cómo una alianza de partidos no consensuó un programa adelantándose a la crisis? Ante tanta mediocridad apareció ¡por fin! la actitud participativa del hombre en la calle. Dejemos para los sociólogos la interpretación científica de esa actitud. Para nosotros es simplemente un buen antecedente para tener en cuenta por nuestra clase política a la hora de asumir sus responsabilidades. Fue un magnífico toque de atención y una advertencia: queremos una Argentina planificada hacia el desarrollo económico donde el irresponsable, el corrupto, el inepto tiene la espada de Damocles (en forma de cacerola) sobre su cerviz. El cacerolazo no fue una simple estridencia; fue la clamorosa expresión de bronca y el arma que utilizó el pueblo argentino para exigir responsabilidad política a su clase dirigente. Fue el “no va más”, el “ahora cumplan”, fue la expresión de las manos alzadas del ciudadano anónimo, sin voz, sin rostro, en medio de la muchedumbre que esperaba respuestas. Quiero cerrar esta carta con una expresión esperanzada, llena de ilusión y deseo aunque aparezca ingenua: ¿qué les parece si participamos más para ser representados mejor? ¡Feliz 2007! ¡Vamos Argentina!

Elías Soso (presidente de la Asociación Empresaria de Rosario)