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 domingo, 10 de diciembre de 2006  
[Primera persona]
Poesía viva de Rosario
Verónica Laurino y Mariana Vacs acaban de publicar sus primeros libros. elaboradas casi en secreto, sus obras revelan intensas experiencias de escritura

Osvaldo AGuirre / La Capital

Entre los libros de poesía de reciente edición hay al menos dos para no pasar por alto: "Intimo Infinito", de Mariana Vacs, y "25 malestares y algunos placeres", de Verónica Laurino. Son los primeros libros de las autoras, pero en su publicación no hay nada de impulsivo, al contrario: en ambos casos el libro hace visible un trabajo sostenido e intenso, que en su transcurso fue conocido por pocos lectores y ahora empieza a tener la difusión que merece.

"Intimo Infinito" fue publicado en Buenos Aires por Tantalia; "25 malestares y algunos placeres" apareció en Rosario con el sello de Ciudad Gótica. Las dos autoras nacieron en la ciudad en 1967. Una coincidencia a partir de la cual se abren caminos diferentes, aunque atravesados por las mismas búsquedas y las mismas incertidumbres.

"Yo vengo escribiendo desde hace más o menos veinte años y antes de este libro tenía armados otros que no me había animado a publicar -dice Mariana Vacs-. Incluso Tantalia quiso publicar el anterior, y yo no me decidí. No me arrepiento, porque me gusta mucho más el producto que hice finalmente. El año pasado hice clínica de obra con Beatriz Vignoli, y ella me ayudó a compaginar el libro".

El orden de "Infimo Infinito" es temático. Los poemas de "Silencio del Viento", la primera parte, "tienen que ver con la escritura, con la imposibilidad de la escritura"; y las seis restantes "las armamos en función de las horas del día". Los poemas no tienen huellas del proceso de su elaboración, parecen haber surgido en un mismo tiempo: un indicador del trabajo de escritura del que resultan.

"Yo empecé a escribir tarde, en el 2002 -cuenta Verónica Laurino-. Antes no había escrito nada, nada, pero siempre fui muy lectora". Los poemas de su libro surgieron mientras escribía una novela. "Los mandé así como habían salido al concurso Felipe Aldana (que organiza la Editorial Municipal de Rosario). Fueron dos veces finalistas, lo cual es un orgullo pero también una pena, porque no se publicaron. Después dije «mejor los voy a dejar, tal vez con el tiempo los puedo ver más objetivamente». Y este año los corregí".

En ese proceso, "les saqué muchas cosas, porque estaban como repetitivos y tenían obviedades. No me gustaban del todo, porque yo seguía escribiendo otras cosas. Pero a su vez tenía interés por publicarlos. Es como que uno necesita un aval, que haya gente a la que le guste lo que uno escribe, porque está esa inseguridad de no saber si lo que uno escribe lo va a leer alguien. Pero cuando vi los poemas corregidos me pareció que era el momento".

"Sin pretender ser poeta", el último poema de su libro, habla de "salir del lugar común/ sin entrar al lugar común de la poesía". Explica Laurino: "Cuando empecé hice una lista con un montón de palabras que yo veía en la poesía y no me representaban de ninguna manera. Eran palabras en desuso, que no me gustaban o no las veía en el mundo actual. El poema era un poco soberbio al principio, como decir «todo esto es lo que no sirve», en vez de «es lo que no me gusta». Después quedó un poco mejor. La idea era esa: no convertirme en una poeta, no ponerme en un lugar que no tuviera que ver con la realidad, con lo que uno vive todos los días. Porque de última ese es el lugar del poeta, no existe otro, por lo menos yo no puedo situarme en otro".

El poema inicial de Mariana Vacs es un ejemplo de síntesis: "Tenía un poema/ y lo olvidé". Pero no se trata de pensar que los siguientes son un intento de recuperar ese texto perdido. "Es como si dijera «me olvidé de todo, empiezo de nuevo». Por otra parte, la idea era que en general los poemas fueran breves, casi ínfimos. Y pensaba que a su vez eran infinitos, que las palabras eran parecidas y disímiles a la vez: lo pequeño de un poema podía decir cosas muy grandes, muchas cosas. Por eso el título del libro".

El título fue lo último en que pensó Verónica Laurino. "Me di cuenta que había escrito sobre situaciones incómodas: mudanzas, separaciones, los ruidos, cosas que me molestaban. Y poco sobre cosas que me gustaran. Ahora no estoy escribiendo tanto sobre lo que me molesta. Tampoco soy una persona muy optimista".

ALGO PARA DECIR

Los poemas de "25 malestares..." muestran un sentido del humor bastante particular, "barroso e incomprendido", según uno de los textos. "No es un humor de decir chistes, ni de ser graciosa -aclara la autora-. Me divierten situaciones que a la gente no le parecen cómicas. O por ahí la gente hace bromas, y no sólo no me dan risa sino que me parecen agresivas". En un poema como "Ruido" el humor deriva en la irritación. "Los ruidos son muy molestos. Creo que soy bibliotecaria porque me gusta el silencio. Sin las interferencias de los ruidos, uno tiene la cabeza mucho más despejada".

En ambos libros fueron importantes las lecturas y las sugerencias que realizaron otros escritores. Laurino corrigió sus poemas con Hugo Diz, "que tachó todo lo que no servía: había cosas de más, que yo repetía; quizá a mí me gustaban pero hacían ruido en el poema".

Mariana Vacs destaca su formación con Hugo Padeletti, con quien estudió poesía en 2003. "Me ayudó mucho con las lecturas, a ver los errores que tenían los poemas, a pulirlos bien. Y teníamos charlas muy interesantes de la vida, lo que hizo que sigamos en contacto y se haya generado una relación de amistad". Al proyectar el libro, "buscar una organización fue lo que más costó, porque tenía muchos poemas que me gustaban pero no los podía unir: en eso le tengo que agradecer a Beatriz".

"No se duerman, palabras/ que tengo algo para decir", escribe Vacs en uno de sus poemas. "Tengo épocas en que me parece que las palabras se me escapan, que huyen de mí. Por momentos la página en blanco me parece algo tan inmenso que no puedo hacer nada. En mí es muy recurrente el tema de no poder escribir porque es algo que me aterra". La pregunta entonces es cómo puede escribir. "Creo que la poesía me ayuda a evitar muchas veces la locura; es una necesidad, no es que pueda o quiera. Pero a veces no es fácil".

"Deseo de verdad/ leer y escribir/ y preparar la mesa al mediodía", escribe Laurino. "Nosotras tenemos que lidiar con todo lo doméstico y a veces la urgencia hace que tengamos que dejar de escribir para que no se hierva la leche o para cambiar un pañal -comenta-. Casi que mis vacaciones son para escribir porque son las épocas del año en las que uno tiene más tiempo y está más relajado. Uno desearía estar escribiendo durante todo el año. Lo cotidiano interfiere, pero a su vez uno lo incluye en los poemas. Es un tema que me interesa reflejar".

A propósito de los motivos para escribir, dice a su vez Vacs: "Lo que veo y me conmueve necesito decirlo o escribirlo. Muchos de mis poemas tienen que ver con la contemplación". En principio niega que el amor sea uno de sus temas. "No, más que nada es la contemplación de la naturaleza. Muchas veces la gente se confunde y parecen poemas de amor", dice. Pero enseguida concede: "Hay algunos de amor, hay bastantes, pero muchos tienen que ver con la naturaleza. Tengo períodos en que puedo escribir muchísimo y otros más aletargados. Todo este año me costó mucho porque había cosas que quería cambiar en lo que escribía. Necesitaba un tiempo de pensar qué era lo que yo tenía que decir".

En ese sentido, "la salida del libro me relajó en algún punto, cerré algo y puedo pensar en abrir otra cosa. Y empecé a escribir más asiduamente".

"El libro ya no es de uno -agrega Laurino-. Ahora ya lo lee otra gente, te dicen que les gusta y entonces pensás que ya no es tan malo como creías. La mirada del otro es lo importante de publicar. Los poemas dejan de ser una cosa privada para ser también de los demás".
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De la misma generación. Mariana Vacs y Verónica Laurino, autoras de "Infimo infinito" y "25 malestares y algunos placeres", respectivamente.

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