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domingo,
10 de
diciembre de
2006 |
Rosario merece
un básquet
con proyección
Sergio Faletto / Ovación
Partidos emotivos, jugadores con amor propio, hinchas pasionales, torneos atrapantes, información y comentarios en los medios, y polémicas en los bares. Esto es el básquetbol rosarino. Un deporte que une a los barrios de la ciudad con ritmo propio. Representado por clubes con mucho arraigo. Pero con el constante impedimento en su conjunto para dar el salto de calidad y así terminar de forjar una identidad que trascienda las fronteras de una Rosario que ya merece tener un lugar en la marquesina de la Liga Nacional.
Un rápido relevamiento de opinión arroja como signo distintivo la mezquindad de los hombres que tienen voz y voto en la formación de la realidad basquetbolística local. Ellos, quienes cocinan las decisiones a fuego rápido, y se sientan
para repartir el juego en torno a la mesa chica, tan chica
que no hay espacio ni
capacidad para grandezas.
La pregunta no es tan compleja. Sólo se trata de preguntarse por qué San Nicolás, Sunchales, Rafaela, Venado Tuerto entre otras ciudades más pequeñas que Rosario, sí pueden estar en el máximo nivel. La respuesta remite inexorablemente a una conclusión: para que el deporte tenga crecimiento se necesita dirigentes que crezcan. Caso contrario todo quedará detenido en el tiempo.
Rosario necesita que su básquetbol esté en sintonía con el desarrollo de la ciudad, que se convierta en uno de los puntos de referencia de la Liga Nacional, como Córdoba, Mar del Plata y Bahía Blanca. Y esto debe lograrse en breve, para que el básquetbol local deje de ser tan chico (en la jerga rosarina lo definen como "basquito"), le ofrezca a los dignos jugadores de la Rosarina un horizonte más lejano y les permita a los hinchas tener un sueño superior.
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