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 domingo, 10 de diciembre de 2006  
El servicio público atravesó una década de intentos hacia su reformulación
Transporte: de los coches articulados al modelo "realista"
En los noventa se había pensado en unidades con aire acondicionado con capacidad para 140 pasajeros

Lucas Ameriso / La Capital

Apenas terminó la conferencia de prensa del jueves por la tarde, el intendente Miguel Lifschitz resumió en una frase la adjudicación del nuevo sistema de transporte: "Esto se ha hecho en base a un pliego superador y realista". Toda una definición, que encierra lo ocurrido en la última década en el servicio público de colectivos.

Desde 1996 los planes para el "nuevo" transporte ha sufrido múltiples mutaciones. Y muchos piensan que la tercera fue la vencida. Primero fueron 500 mil dólares de fondos municipales a manos de la consultora Systra-Atec para indicarle a la gestión del por entonces intendente Hermes Binner que debía implementar un sistema con coches articulados con capacidad para 140 pasajeros, 12 estaciones de transferencia, líneas troncales y barriales. Hasta incluso se quiso colocar aire acondicionado a bordo, todo un alivio para el atribulado usuario.

En paralelo, los números eran escalofriantes: si en 1994 se vendían 215 millones de boletos por año, en 1999 habían caído a 137 millones. Pese a ello en el 2000 se lanzó la venta de pliegos del transporte "made in Curitiba". Y si bien tres empresas nacionales compraron los pliegos, finalmente todo quedó "en casa": sólo los concesionarios locales endeudados en seis millones con los bancos dejaron la licitación al borde del abismo. Luego la crisis de 2001 dio el empujoncito final para que el proceso quede desierto.

En el medio del caos, la Municipalidad se abocó a apagar el incendio. Se tuvo que retocar la tarifa, las empresas amagaban con cerrar y se repetían los paros de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) por problemas salariales. Quizás este rubro como ningún otro, resulta el más sensible a los vaivenes económicos del país.


La Semtur como respuesta
En ese contexto nació la Sociedad del Estado Municipal para el Transporte de Rosario (Semtur); una respuesta a la caída de los concesionarios "débiles".

Primero fue la Manuel Belgrano y luego otras que explican por qué el sistema en casi un 30% está hoy en manos del municipio.

El fondo compensador del transporte (un subsidio a los empresarios), la administración de la tarjeta magnética (otro beneficio par el sector), el gasoil diferencial y el Sistau (fondo que envía la Nación de una alícuota a los combustibles pero que reparte en forma inequitativa hacia el interior del país) fueron los salvavidas del sistema.

Hasta que en 2003, tras las encuestas de origen y destino y una nueva radiografía del transporte, se redactó un híbrido entre el modelo Curitiba y las posibilidades de una ciudad castigada por la desocupación y la pobreza.


Los conocidos de siempre
Hubo que esperar a diciembre de 2004 para que el Concejo Municipal aprobase los pliegos, para que su puesta a consideración de los privados se produzca recién en mayo de 2005, y en diciembre del mismo año quedaron los conocidos de siempre.

El megaempresario del transporte local Agustín Bermúdez siguió absorbiendo líneas. La última operación la concretó hace cuatro meses atrás, cuando sumó a su flota la 129 y la 130, de manos de su amigo Rubén Rodríguez para controlar así casi el 45 por ciento del sistema.

Rodríguez es el mismo que amenazó hasta el hartazgo con entregarle las líneas al Ejecutivo porque el negocio no era rentable y presagiaba que la licitación en marcha "iba camino al fracaso". El mismo Rodríguez que se presentó a convocatoria de acreedores en Tribunales, pero hoy sonríe y disfruta en silencio siete años más de concesión.

Mientras lo usuarios esperan horas en la parada de los colectivos y los taxistas se quejan porque la falla del transporte está en la menguada flota de ómnibus, el futuro plantea algunos interrogantes. ¿Cómo funcionará un servicio hiperconcentrado en dos empresarios y cuasi-municipalizado? ¿La idea de la sociedad mixta (propuesta para una zona que quedó desierta en la licitación) servirá para romper con la corporación transportista? ¿Los nuevos recorridos mejorarán la frecuencia? El Palacio de los Leones se enfrenta al desafío de demostrarle a los rosarinos que el transporte dejará de ser su talón de Aquiles.
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