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 sábado, 09 de diciembre de 2006  
Reflexiones
El populismo religioso

Andrés Oppenheimer

Cuando el presidente populista venezolano Hugo Chávez citó a Jesucristo repetidamente en su discurso del triunfo electoral el domingo, se sumó a una creciente cantidad de políticos latinoamericanos que se han vuelto religiosos, o al menos pretenden hacerlo. ¿Son sinceros? ¿O estamos viendo una epidemia de populismo religioso?

Muchos analistas ven una creciente manipulación política del fervor religioso en la región, junto con una creciente influencia de la Iglesia en asuntos del Estado. Algunos temen que la religión podría ser usada para alimentar confrontaciones internas y regionales en América latina.

Antes de analizar si estos temores son justificados, veamos los hechos. Chávez, que frecuentemente ha atacado a la jerarquía católica de Venezuela por supuestamente aliarse con la oligarquía, y quien fue citado por el biógrafo Agustín Blanco Muñoz diciendo que no es "cristiano ni católico", dedicó parte de su discurso de victoria del domingo a hablar de Jesucristo.

"•El Reino de Cristo es el reino del amor, de la paz, el reino de la justicia, de la solidaridad, de la hermandad, el reino del socialismo. Este es el reino del futuro de Venezuela", dijo Chávez.

Pocas semanas antes, el presidente electo de Nicaragua, Daniel Ortega, ganó la elección del 5 de noviembre dejando de lado su retórica marxista del pasado y presentándose como un católico religioso. Recientemente, Ortega se casó por iglesia con su compañera de varias décadas, apoyó una ley contra el aborto terapéutico impulsada por la Iglesia y se mostró durante toda la campaña en escenarios religiosos.

En Ecuador, el magnate conservador Alvaro Noboa subió meteóricamente en las encuestas y ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales presentándose como "El mensajero de Dios". Posteriormente fue derrotado en la segunda vuelta del 26 de noviembre por el populista Rafael Correa, que a último momento moderó su discurso y se mostró a toda hora como un ferviente católico.

En Argentina, un obispo católico recién jubilado ganó una contienda local en la provincia de Misiones que atrajo atención nacional el mes pasado por haber constituido la primera derrota política del presidente Néstor Kirchner.

En pocos países hay mayor influencia política de la iglesia que en Nicaragua. El cardenal Miguel Obando apoyó a su ex archienemigo Ortega en las recientes elecciones, y Ortega a su vez lo recompensó respaldando las iniciativas antiaborto de la Iglesia. "Hay una alianza incuestionable entre Ortega y Obando", me dijo Sergio Ramírez, un ex vicepresidente sandinista de Nicaragua durante el régimen de Ortega en los ochentas. "Lo que estamos viendo en Nicaragua es una intromisión permanente de la Iglesia en los asuntos del Estado", añadió.

Asimismo, la Iglesia ha adoptado mucha mayor visibilidad en Argentina desde el colapso económico del 2001. Y en México, difícilmente pasa un día sin que el cardenal Norberto Rivera haga titulares con declaraciones sobre cualquier tema político o social.

Una encuesta de Latinobarómetro realizada en 17 países latinoamericanos el año pasado reveló que la Iglesia es por mucho la institución más respetada en la región: el 71 por ciento de los encuestados dijo tener confianza en la Iglesia. Comparativamente, el 43 por ciento de los latinoamericanos dice confiar en su presidente, 42 por ciento en las Fuerzas Armadas, 38 por ciento en el sector privado, 28 por ciento en el Congreso y sólo el 18 por ciento en los partidos políticos.

Los países en que la Iglesia goza del mayor apoyo son Guatemala, Honduras, Paraguay y Panamá, con más del 80 por ciento de niveles de confianza. Le siguen Venezuela (74 por ciento), Colombia (75 por ciento) y Ecuador (77 por ciento). Una buena parte del actual fervor religioso de América Latina quizás tenga que ver con el creciente desencanto con la política.

Marcos Aguinis, uno de los escritores y analistas sobre temas religiosos más prominentes de América Latina, me señaló que el ser humano necesita aferrarse a elementos emotivos, más que a elementos lógicos. "El colapso de las ideologías como el comunismo dejó un vacío, y llevó a la gente a buscar otras cosas a las que aferrarse con pasión, como las religiones", dijo.

Mi opinión: la creciente manipulación política del fervor religioso en la región -como así también en Estados Unidos- es un hecho preocupante. ¿Impulsará Chávez ahora su nueva reforma constitucional para permitir su reelección indefinida en nombre de Jesucristo? ¿Citará Correa a Jesús como inspiración de su campaña para eliminar el Congreso? ¿Buscará Nicaragua reabrir las viejas disputas fronterizas con sus vecinos en el nombre de Dios? ¿Habrá nuevos candidatos que se presenten como los enviados de Dios? Quizás no ocurra nada de eso. Pero el populismo religioso está creciendo en todo el mundo, y no sería raro que se esté expandiendo en América Latina.
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