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sábado,
02 de
diciembre de
2006 |
Yo creo: "Las malas
noticias que no ocurren"
U.G. Mauro / La Capital
El cable del teléfono está enredado con el del audífono ¿Dónde está la birome? Turno de la noche en la redacción. Ya es tarde para casi todo y la voz telefónica del colega radial pregunta con temor transmisible: "¿Es cierto que Fulano está muy enfermo y suspendió otra vez su presentación". Alerta roja. Hay que chequear el dato. ¿El empresario que lo trae sabrá algo? ¿Las agencias noticiosas? ¿Hay que parar la página que ya va para la rotativa? Hojear agendas, preguntar, responder. Nada. No pasó nada; no hay que cambiar nada, Está todo bien. El tipo está sanito y viene. Bufido similar a los frenos de aire de un camión semirremolque. Relax. Capítulo 2. Mañana de domingo. ¿Esto es "novillito" o brontosaurio? ¡El carbón no agarra, traé un diario viejo; el de ayer...! No hay dónde esconderse: la voz del segundo jefe sentencia por teléfono: "Andate temprano para el diario. Llamó Mengano; parece que falleció Sutano. Averiguá"... El 153 de este año ya pasó el mes pasado. La peatonal parece el desierto de Gobi con un par de turistas de Nogoyá. El novillito se vuelve biscochitos de colesterol y mate cocido. Lo que se dice, un viaje de ida. "Che, ¿es cierto que Sutano murió?, pregunta el cronista a su fuente, pisando despacio el barro. "¡¿Quién?! Si yo estuve con él ayer", responde el consultado, como si eso tuviera algo que ver. "¿No llamaste a su casa?", repregunta otra fuente con un sentido común inapelable pero que implica prestarse a una posible paradoja. Por fin, tras dudas éticas, morales y filosóficas se lo llama a Sutano. El lógico "hola" con la voz inconfundible de Sutano, obliga al cronista a cortar la llamada, preso de una risa nerviosa y feliz ante la mala noticia que por fin no ocurrió. Hay un tercer capítulo; una historia más lejana con otra llamada informativa y necrológica referida a un actor y amigo. Ya estaba el espacio de la página preparado para dar la información cuando un simple llamado telefónico, atendido por el propio "interesado", hizo nuevamente reír a carcajadas a todos, pensando que era el momento adecuado para publicar la buena noticia que tanto se nos reclama, la de
que la vida, con ternura, humor
y azar, le había ganado
una humilde batallita a "la
que te avisé".
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