Yo opino

La falsa antinomia entre estudio y entretenimiento

Marcos Prunello (*)

Yo opino. Espacio de opinión de chicos y jóvenes

Para la mayoría de nosotros, los adolescentes, estudiar e involucrarse en proyectos educativos nunca puede relacionarse con conceptos tales como disfrutar, pasarla bien, divertirse e incluso viajar. Es por eso que, por lo general, siempre existe cierto rechazo ante cualquier olimpíada de esto o certamen de aquello que nos ofrecen los profesores.

Sin embargo, después de haber salido este año campeón nacional en la Olimpíada Geográfica Argentina de la Fundación Evolución y segundo en la Olimpíada de Geografía de la República Argentina de la Universidad Nacional del Litoral, puedo afirmar que ese pensamiento no es verdadero, sino que es posible pasarla bien aprendiendo y enfrentando situaciones que nos ayuden a superarnos.

Es que involucrarse en una competencia escolar no se trata sólo de estudio ni tampoco de largas horas de encierro con la compañía de libros y papeles. No, se trata de entrar a un nuevo mundo, en el cual es posible ir un poco más allá y descubrir cosas que no sólo ampliarán mis conocimientos, sino que también me ayudarán a interpretar mejor el mundo en el que vivo.

A mí me pasó eso con geografía. Sinceramente, la primera vez que participé en estas competencias lo hice porque mis compañeros decidieron anotarme un día que falté a clase. Pero me enganché, y este año doblé la apuesta.

Hasta entonces, geografía había sido sólo una materia de la escuela como cualquier otra, pero al profundizar en ella me atrajo que dentro de una sola disciplina pudiera encontrar temas tan distintos, como la naturaleza y el medio ambiente, historia, política, demografía, economía, cartografía, etcétera; y aún más, poder relacionar cada uno de estos elementos y unirlos en un todo coherente, me sorprendió. 

Entonces me pregunto, ¿qué es lo que hace que la geografía de la escuela y la de la Olimpíada, que despertó tantos intereses en mí, sean distintas? Puede que sea que a esta última la tomé por mi voluntad, sin sentirlo como una obligación.

O quizás sea el emocionante hecho de luchar por un objetivo, sabiendo que habrá obstáculos por saltear. Tal vez, lo que genera ese interés especial sea la posibilidad de experimentar situaciones nuevas, distintas y desafiantes. Pero sí estoy seguro de que hay un factor muy importante. Es el hecho de saber que vale la pena. Aún si no pasás, porque si es así, habrás enfrentado una situación que te preparará para el futuro. Y si lográs pasar, no sólo vale la pena por el conocimiento y la satisfacción, sino por la experiencia en su conjunto. Por ejemplo, para la instancia nacional de la OGA estuvimos una semana en San Luis y realmente la pasamos muy bien.

Hicimos un viaje que no lo hubiera podido haber hecho de otro modo y conocimos muchos lugares hermosos de esa provincia. Y no sólo eso, disfrutamos de cada momento con los chicos representantes de todo el país, formando un grupo humano que será imposible de olvidar. Nos divertimos muchísimo y compartimos un clima de solidaridad, ayuda y compañerismo que no son propios de ningún tipo de competencia. Vivir todo esto ya era ganar.

Sí, se puede. Se puede relacionar el estudio y las olimpíadas con esos conceptos de disfrutar, pasarla bien y divertirse. Se puede gracias a que hay gente que también cree que es posible y que brinda las herramientas y los recursos necesarios para convertirlo en realidad. La cuestión sería cómo trasladar ese interés y ese sentimiento de que vale la pena al aula. Debe ser difícil, pero seguramente, también se puede.

(*) Tiene 18 años y es de Bigand.