Año CXXXIX Nº 49309
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
Escenario
El Mundo
Opinión
Policiales
Cartas de lectores
Mundo digital



suplementos
Ovación
Autos


suplementos
ediciones anteriores
Salud 29/11
Página Solidaria 29/11
Turismo 26/11
Mujer 26/11
Economía 26/11
Señales 26/11
Educación 25/11
Estilo 18/11
Chicos pero grandes 11/11
Autos 26/10

contacto

servicios
Institucional



 jueves, 30 de noviembre de 2006  
Acusación popular. Un ex convicto se atrincheró en una vivienda durante tres horas durante las que se sucedieron los desmanes
Rebelión vecinal por el presunto abuso contra una nena de 11 años
La policía dispersó con balas de goma a la gente que quiso linchar al hombre acusado de atacar a su sobrinita

Andrés Abramowski / La Capital

"Esto se va a poner feo", dijo en voz baja y muy preocupado un policía mientras se alejaba del foco de la bronca. Medio minuto después estaba volando el primer cascotazo contra un patrullero, mientras unos 200 vecinos del barrio Villa Nueva corrían hacia la esquina de Rueda y Cullen. Se habían enterado de que, tras casi dos horas de sitio, la policía había sacado por un pasillo lateral al ex presidiario al que pretendían linchar por el presunto abuso sexual contra su sobrina, una nena discapacitada de 11 años. Piedrazos y balas de goma dominaron el aire durante cinco eternos minutos que dejaron como saldo algunos heridos leves y un par de móviles policiales destruidos. Cuando el detenido ya estaba alojado en una comisaría, lejos del alcance de los vecinos, a éstos poco les importó saber que los médicos que revisaron a la nena constataron que no hubo violación.

La mecha de la violenta indignación que se apoderó de la cuadra de Cullen al 2800 se encendió cuando una nena de 11 años salió corriendo desnuda de una precaria vivienda ubicada contra el paredón sur del cementerio La Piedad. Eran las 12.30 cuando un vecino vio a la niña llorando y la hizo pasar a su casa. "Estaba llorando y decía que la habían violado", contó un joven que no quiso dar su nombre y que aseguró, contra lo que manifestaron muchos vecinos, que "no estaba sangrando".

En la vereda de enfrente, la hermana mayor de la víctima se sentía culpable por no haber estado en la casa en ese momento. "Fui a hacer un mandado y cuando volví, mi hermana no estaba. Mi tío (hermano de su padre) dijo que no sabía dónde estaba y la fuimos a buscar. La encontramos acá a la vuelta y una señora me contó que la nena estaba nerviosa. Ella se estaba bañando y mi tío la empezó a tocar", contó la adolescente de 16 años antes de insinuar que ella misma había sufrido "hace un tiempo" un intento de abuso de parte del mismo hombre.

El tío de las menores es Cristian Tabarez y le dicen Gordo. Tiene 29 años y hasta hace un mes y medio purgó una condena de 7 años por robo en la cárcel de Coronda, adonde había llegado con antecedentes por 15 hechos de esas características. Según contó la hermana de la víctima, Tabarez es vendedor ambulante, vive en barrio Godoy y hacía cuatro días que estaba parando en la humilde casa donde su hermano vive con su mujer y tres nenas. Una de esas chicas, la del medio, padece un leve retraso mental y fue la que sufrió el presunto acoso de su familiar.

Alrededor de las 14.30, mientras la niña era revisada por médicos policiales que descartaron que hubiera sido penetrada, el "Gordo" estaba encerrado en la casa de su hermano buscando defenderse de la ira vecinal. Minutos antes había prendido fuego a unos colchones y se había autolesionado mientras advertía que era portador de VIH. En torno a la vivienda, ubicada unos diez metros adentro del pasillo que se extiende junto al paredón del cementerio, personal de la Guardia de Infantería y de la seccional 32ª custodiaban el lugar mientras el jefe de la Inspección de Zona Nº5, Jorge Wollschelejel, intentaba convencer a los vecinos para permitieran llevar a Tabarez a la comisaría.


De la indignación a la violencia
La cuadra estaba llena de gente de todas las edades. Como suele suceder, muchos eran simples curiosos, pero con el correr de los minutos sucumbían ante la indignación que reinaba en el ambiente. Indignación que, a su vez, iba dejando paso a la violencia que sugerían algunos cascotes, palos y barretas que comenzaban a empuñar cada vez más personas.

"El juez nos ordenó que lo lleváramos vivo", le decía un policía a un hombre que le pedía "dos metros" para sacar a Tabarez de la vivienda. Estaban en el patiecito de la casa contigua, con otros vecinos. "Gordo, dejá la garrafa y salí que te peleo solo. Decís que tenés 17 causas y te hacés el berretinudo, pero te abusás de una menor, cagón. ¿Alguna vez robaste un banco? ¿Asaltaste un blindado?, puto", le gritaba un hombre a Tabarez, que en un momento amagó con salir por el hueco de una ventana que habían arrancado los vecinos. Ensangrentado y un tanto colocado -los vecinos decían que estaba "tomando merca"- el Gordo les hacía frente verbalmente: "Tomo porque robo y gano", gritó el acusado.

Pasadas las 16, la cosa se fue calmando. Veinte efectivos de Infantería que custodiaban la entrada del pasillo dejaron pasar a unas mujeres que intentaron sin éxito ir por la cabeza de Tabarez. De pronto, un patrullero estacionó contra el ingreso y parecía un hecho que sacarían al hombre. Y entonces se prendió la mecha que faltaba: a Tabarez lo habían sacado por otro lado. Gritos y cascotazos fueron respondidos con balas goma. En medio de la furia, varios vecinos llamaban a la calma, que llegó luego de que unas diez personas tumbaran un patrullero previamente destrozado a palo y piedra, a escasos metros de la escuela de Cullen y Rueda, donde alumnos y maestras no entendían qué pasaba.

La policía se fue y la calma retornó. Pero la bronca y la indignación se quedaron en el barrio, adonde llegaron hace mucho tiempo, antes que el Gordo Tabarez.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Piedras en el aire. Una mujer se la agarra contra los policías que protegieron al acusado.

Notas Relacionadas
Un enfrentamiento de sistemas




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados