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 jueves, 30 de noviembre de 2006  
Editorial
Cruzar el puente, un riesgo

Ya sea por irregularidades a lo largo de la traza, por negligencia de los conductores o falta de información y control, el cruce del puente Rosario-Victoria conlleva cierto peligro. Lo revela el número de accidentes, algunos con víctimas fatales. Estado y concesionaria deben articular medidas que brinden mayor seguridad a los usuarios.

Si existe una reciente obra emblemática para Rosario y su región, no es otra que el puente Rosario-Victoria. Su concreción, fruto de un persistente reclamo de todas las instituciones de la ciudad, modificó no sólo la geografía, uniendo a las dos provincias, sino también la vida de las poblaciones de las dos orillas. Y es que, en unos cuarenta minutos, decenas de miles de personas se trasladan de un lugar a otro durante cada semana, por razones personales, comerciales o de turismo, dinamizando varios rubros de la economía y mejorando la calidad de vida de los habitantes.

  Sin embargo, el cruce del puente a menudo termina convirtiéndose en una verdadera trampa mortal. Este año ya se produjeron cinco accidentes graves, dos de ellos con víctimas fatales. Y si a ello se le suman las deficiencias constatadas por el Occovi en el servicio de la concesionaria, se debe concluir que el tránsito por allí conlleva siempre un gran riesgo.

   Los factores son múltiples y van desde la mala calidad de la carpeta asfáltica, la falta de banquinas e iluminación adecuada hasta la ausencia de control por parte de la policía caminera en ambas provincias. Sobre ellos corresponde que cada uno asuma responsabilidades: la empresa concesionaria —Puentes del Litoral— cumpliendo con las cláusulas previstas en el contrato de concesión y el Estado implementando una tarea de prevención y control sobre los conductores.

   Es que, tal como lo revelan las estadísticas, un alto porcentaje de los accidentes en el país ocurren por la falta de educación vial, fundamentalmente de aquellos que salen a las rutas. Y en el caso del puente, no son pocos lo que lo cruzan por primera vez totalmente desinformados y sin ninguna precaución. Por lo tanto, pueden encontrarse con una imprevista niebla por las quemazones o con una fuerte temporal de lluvia y granizo sin saber cómo reaccionar correctamente. Además, durante los fines de semana es mucha la gente que se traslada al casino de Victoria desde Santa Fe y la que viene desde Entre Ríos a vivir la noche rosarina. En consecuencia, los controles de alcoholemia deberían estar obligadamente instalados en cada una de las cabeceras.

   En cuanto a la falta de banquinas, tarde o temprano, este problema deberá solucionarse; porque si el tránsito se sigue incrementando al ritmo de los últimos años, las cifras de accidentes pueden llegar a ser alarmantes. Es de esperar entonces que funcionarios y legisladores tomen nota anticipadamente y actúen en procura de una solución que reduzca sensiblemente los riesgos actuales.


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