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jueves,
30 de
noviembre de
2006 |
Reflexiones
Ganadería: la necesidad de crecer
Por Angel Fernando Girardi (*)
Un negocio de mediano y largo plazo, como lo es la actividad ganadera, donde llevar un bife al plato del consumidor demora no menos de tres años (gestación, nueve meses; crianza del ternero, etapa de amamantamiento, mínima seis meses; destete y período de engorde, 21 a 31 meses), exige reglas de juego claras, predecibles y sustentables en el tiempo.
Ni al más neófito se le escapará que ello, lamentablemente, no ocurre hoy en día, trayendo consecuencias no deseadas para los que todavía tenemos el sentimiento de la producción.
El problema de la ganadería en el país es la falta de producción, el porcentaje de destete a nivel nacional supera escasamente el 62%. Imaginemos que de cien empleados en la fábrica sólo trabajen 62, así no es fácil seguir. Evidentemente, si todos los días tenemos que leer y/o descifrar una resolución nueva que nos genera incertidumbre y no hace más que ponernos trabas, el crecimiento y el sostenimiento en el tiempo de nuestra actividad se convierte en una utopía. Para el desarrollo del sector se requiere inversión, eso sucederá con medidas concretas, no aparentes.
La vaca es dadora de empleo, cultiva y fomenta la cultura del trabajo y del esfuerzo. Posibilita el crecimiento de los pueblos y hace permanecer al hombre en su hábitat. Desarrolla la industria frigorífica, el transporte, la industria veterinaria, posibilita profesiones como la de ingeniero agrónomo, veterinario, etcétera; es multiplicadora de oficios, como puesteros, camioneros, alambradores, molineros y carpinteros; también fomenta el desarrollo genético bovino y forrajero con nuevos cultivares adaptados a las más disímiles situaciones ecológicas.
Pretender convertir la vaca en un bien público no parece el camino indicado. Los precios máximos, la intervención de mercados, la suspensión de exportaciones, el aumento de retenciones, la quita de reintegros, las restricciones de faena no son los rumbos adecuados para el crecimiento.
Recordemos que antiguamente en la localidad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, existía el mercado ovino; la desaparición del mismo también trajo aparejada el desmembramiento del sector. El porcino, al no tener mercado de referencia, también sufre los avatares, amén de una importación no criteriosa.
Volviendo a lo nuestro, el vacuno, vemos azorados cómo todos los días sufrimos atropellos y aprietes en Liniers, convirtiéndolo en un espacio de adjudicación más que de venta. No respetar las reglas de oro del mercado, que no son otras que la oferta y la demanda, nos llevarán a la parálisis del sector y porque no a ver las vacas en un futuro más en el zoológico que en el campo.
También esta errada política de precios impide el desarrollo del cerdo, del ovino, del pescado y de las aves. Debemos propender a un adecuado equilibrio en la dieta, sin aprietes, con estímulos y espíritu de crecimiento.
Hoy el mundo se nos presenta con un espacio espectacular, con Asia demandante, Europa con todos sus países miembros también. Argelia, Marruecos y Egipto ya son destinos ciertos. La Federación Rusa con cada vez menos vacunos y día que pasa exigiendo más carne. Chile volvió a ser un mercado importante para Argentina. Por si fuera poco Estados Unidos a causa de la Encefalopatía Espongiforme Bovina (BSE) está ausente en el gran escenario. A su vez, nuestro país con alguna recuperación de su economía también posibilita mayor demanda. Por ello a ésta hay que atenderla y comprenderla. El problema no se revierte para octubre de 2007, el ciclo es largo y no se debe especular con el esfuerzo del productor.
Nos gustaría tener un Ministerio de Agricultura y Ganadería a nivel nacional que se ponga al frente y no detrás de una Secretaría de Comercio. Entender esto es vital para el crecimiento. Es el único camino para atender la demanda, no atentando contra los que formamos la oferta, sino poniéndonos todos juntos para crecer.
Este es el camino. Se puede. Sólo se debe hacer.
(*) Ingeniero agrónomo, productor agropecuario y presidente de la Asociación de Productores de Carne Bovina Argentina (Aprocaboa)
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