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domingo,
26 de
noviembre de
2006 |
Santa Fe, al compás de la interna
Mauricio Maronna / La Capital
La semana que terminó dejó cuatro comprobaciones: en política casi nadie resiste un archivo; la vicegobernadora María Eugenia Bielsa se consolida como una pieza vital en el errático peronismo rosarino; el senador nacional Rubén Giustiniani renovó sus habilidades de eximio esgrimista a la hora de potenciar nacionalmente al PS y el Frente Progresista, definitivamente, se convirtió en un espacio diferente al que se había modelado a mediados del 2006.
El acuerdo entre el socialismo y el ARI en el ámbito nacional impacta directamente en la bota y se transforma en el hecho político más importante de los últimos meses. "Olvidemos todo y vayámonos de acá", parece haber sido la referencia internalizada por Elisa Carrió y Giustiniani a la hora de dejar atrás aquellos ataques con los que Lilita sacudió la humanidad del secretario general socialista, cuando éste se aferró a un proyecto que merodeaba uno de los temas tabú: la procreación responsable.
La indómita Lilita de aquellos tiempos creía ver en Giustiniani un fantasma repleto de diablillos y calaveras, hasta que la necesidad, el sentido común o la oportunidad política (elija el lector la variante que prefiera) hicieron que entendiera como un activo la portentosa estructura del socialismo local, que le permitiría reforzar su notable imagen positiva en la provincia.
No hay que olvidar que Carrió fue, apenas unos votos por debajo de Carlos Menem, la postulante presidencial más votada en la primera vuelta del 2003. El concordato político descorre la sábana de un fantasma que preocupaba a los socialistas desde que en ese mismo año la fórmula Alfredo Bravo-Giustiniani sacó solamente el 2% de los votos en todo el país.
Aunque Binner aparezca hoy en todos los análisis y pronósticos como el futuro gobernador, y Miguel Lifschitz tenga casi asegurada su reelección, la espuma socialista decrecía a la hora de lucubrar el escenario para las elecciones nacionales donde, además de presidente de la Nación, se eligen diputados. Si la boleta a gobernador arrastra al resto de las candidaturas provinciales, lo propio sucede con el aspirante a jefe del Estado y la nómina de legisladores nacionales. Y en Santa Fe las elecciones son desdobladas.
La conducción provincial del ARI estuvo rápida de reflejos a la hora de visualizar la hasta hace poco brumosa relación de los socialistas con la nomenclatura radical y pujó hasta ganarse el diploma de socio calificado de la coalición, algo recibido como una puñalada en el corazón de los negociadores ucerreístas, Felipe Michlig y Juan Carlos Millet.
Así como Giustiniani fue la principal barrera para que el gobierno no se deglutiera al PS cuando le ofreció un cargo importante a Héctor Polino, el senador sacó ahora un conejo de la galera para que el partido de la rosa no repitiera el ominoso 2% de los votos del 2003.
Carrió reaparece fortalecida en el escenario nacional tras el piñazo de Joaquín Piña en Misiones, una derrota del kirchnerismo que hizo volar por los aires a Luis D'Elía y Felipe Solá, quien (adhiriéndose como una oblea a su célebre cita que reza que para "permanecer en política hay que hacerse el boludo") espera ser convocado como compañero de fórmula del "pingüino o la pingüina" en el 2007, cargo para el que también son mencionados Julio Cobos y Carlos Reutemann.
La chaqueña se ríe ahora de los analistas que se mofaron de ella por "apocalíptica" cuando Kirchner navegaba en aguas calmas y nada hacía prever el efecto misiones.
Pese a la reconciliación de Carrió y el PS nadie advirtió cómo operará esta nueva entente respecto de Binner, fundamentalmente cuando haya que adjetivar en campaña al presidente Kirchner. Si algo no desea el ex intendente rosarino es limar la relación "afectuosa" que ha sabido mantener con el presidente.
"Binner se pondrá los pantalones de pescador, a eso lo sabemos. Pero algo debe quedar en claro: nosotros no queremos saber nada con (Roberto) Lavagna ni con (Mauricio) Macri pero tampoco con Kirchner", dice una de las más altas fuentes del ARI a la hora de encender su enésimo Marlboro Box en su departamento porteño de avenida Santa Fe al 1500, en Capital Federal.
"Es como han dicho en la columna, este muchacho (por Giustiniani) es muy hábil, un cuadro político valiosísimo. Me acuerdo cuando le dijo al Lole en el 2005 que ni se le ocurra ponerse la campera roja. Pero me parece que ahora le va a resultar un poco más difícil lograr la reconciliación entre Binner y Lilita. Aunque, la Gorda se pone mística, habla del perdón como fuente de toda razón y justicia... Y acá no ha pasado nada", comenta entre risas un diputado nacional justicialista que pide información del acuerdo ARI-PS.
Como los tiempos previos a las campañas electorales se parecen un culebrón, este bien podría titularse: "Binner-Carrió, dos a quererse".
El pedrisco que azotó a Rosario el fatídico 15 de noviembre también dejó lecturas políticas insoslayables. Por un lado, la madura y rápida reacción de los gobiernos provincial y municipal que, lejos de pelearse por el botín abyecto de la ayuda a los damnificados, actuaron en forma conjunta, tal como sucedió en la agonía del (des) gobierno de Fernando de la Rúa.
La ausencia obligada del gobernador Jorge Obeid (de viaje por Italia) hizo reaparecer en escena, otra vez cuando hay que actuar con la brasa en la mano, a la vicegobernadora María Eugenia Bielsa, quien ya había tenido que capear otros "temporales". La arquitecta se metió en los laberintos del Rosario profundo, que nada tiene que ver con la "Barcelona latinoamericana" ni con la característica cosmopolita de la clase media que goza del derrame que llega desde la patria sojera cercana a la ciudad.
Lifschitz y la vice no se encerraron en sus quintitas, actuaron mancomunadamente y abrieron el juego. La irresponsabilidad mediática que llegó desde Buenos Aires, especies de tiburones hambrientos en busca de sangre (léase desbordes sociales y saqueos) no encontró eco en diarios, canales ni radios locales.
Los rosarinos ya tienen internalizado que la lucha de pobres contra pobres siempre terminará en tragedia, aunque los lazos de solidaridad entre quienes reclamaban mano durísima contra los que armaban piquetes y los vecinos pobres de toda pobreza estén rotos y resulten preocupantes hacia el futuro.
El día después de la tormenta no ha terminado, lo que ha hecho es poner de manifiesto la continuidad en el tiempo de las condiciones de indigencia y marginación extrema de decenas de miles de rosarinos.
Mientras todo esto sucede, el radicalismo sigue en asamblea permanente y las acciones de intendentes y presidentes de comuna levantaron su cotización. Ayer, seis de los siete departamentos del sur estuvieron representados en Capitán Bermúdez (los delegados rosarinos no fueron invitados), donde se decidió mantener la vocación frentista, admitir "el fracaso de la mesa de negociación" pero no hacer nombres propios a la hora de las críticas.
En paralelo, los senadores justicialistas mantendrán una reunión reservada en los primeros días de la semana para definir si darán curso al pedido de un juez para que Michlig sea desaforado por sus presuntos ilícitos al frente de la localidad de Ambrosetti.
En el peronismo los tiempos se han acelerado, como lo demuestran las paredes de Rosario, atiborradas de afiches y pintadas que promocionan a Rafael Bielsa, Agustín Rossi y Omar Perotti. Los tres precandidatos van también en busca de presidentes comunales e intendentes que puedan traccionarles desde abajo hacia arriba.
La ausencia de la ley de lemas se hace notar en las charlas reservadas con dirigentes justicialistas de la primera línea. "Con el sistema anterior yo le aseguro que el triunfo se repetía. Perotti desde el centro norte, Bielsa y Rossi en Rosario y el sur, más algún candidato que apareciera en la ciudad de Santa Fe hacían de esto cosa juzgada. Ahora los escenarios están abiertos", opina un senador que no termina de elaborar el duelo por el sistema electoral derogado por la actual gestión.
Ramón Puerta se llevó la impresión de que aquí, tras las internas, quedarán peronistas heridos a los que habrá que prestar asistencia. El 5 de diciembre Roberto Lavagna llegará a la ciudad para arrojar algunos anzuelos, y Mauricio Macri también está pronto a aterrizar. Unos y otros ponen a punto decenas de ambulancias que estarán prestas a partir raudamente hacia la provincia de Santa Fe.
El desafío para los justicialistas (más allá de quien resulte candidato a gobernador) será lograr por una vez el milagro: que el que pierda acompañe y no gaste toda su adrenalina en el arte de conspirar.
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