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 domingo, 26 de noviembre de 2006  
Start up
Tecnología: alerta rojo

Eduardo Remolins

Los norteamericanos no quieren poner todos los huevos en la misma canasta, dice Walter Fang. Ese, según él, es el motivo por el que están diversificando los mercados en los que sus empresas tercerizan el desarrollo de productos y la prestación de servicios tecnológicos.

En los últimos años los indios han sido tan exitosos en vender las bondades de su país para desarrollar software o proveer servicios informáticos, que sus exportaciones hacia los Estados Unidos crecieron varios años por encima del 40%. India es hoy, por lejos, el país que más desarrollo de software le vende a los americanos.

No por mucho tiempo, dicen los chinos. Debido a la creciente demanda yankee, las exportaciones de software de China se multiplicaron por siete desde 2000, hasta alcanzar los 2.800 millones de dólares. Estados Unidos parece querer reducir su exposición y dependencia de la India.

La empresa de Fang, Neusoft, incrementó sus ingresos por desarrollo de software para los EEUU en 60%, mucho más que el 12% a 15% que crece en el mercado doméstico. El dato no es irrelevante ya que Neusoft es el principal jugador chino en el mercado de la tercerización de software y servicios. Aún así, sólo el 10% de sus ingresos externos se origina en los EEUU. Hay espacio para crecer.

La perspectiva es que lo hagan. Y tienen con qué. La industria china del software vende 27.000 millones de dólares al año, es decir apenas el 3,3% del mercado mundial. Sin embargo, es el país con mayor cantidad de graduados en ciencias e ingeniería. Eso hace que, a diferencia de sus competidores indios, no exista presión alcista en los salarios, lo que ha adelgazado los márgenes de rentabilidad de muchas empresas.


Cuando seamos grandes
Cuando se ve venir un tsunami de tal magnitud con tanta anticipación, es un pecado no tomar las precauciones necesarias. El mercado de la tercerización de desarrollo y servicios informáticos, con el que coqueteamos algunos años atrás, será un segmento de alta competencia donde el gigante de los gigantes está entrando a los codazos. Como dice el viejo proverbio africano: "cuando dos elefantes se pelean, la que sufre es la hierba".

Por unos cuantos años este será un mercado con demasiada competencia, dominado por países con enormes poblaciones. Es exactamente el tipo de mercado que menos me gusta. En él los márgenes de ganancia, y los salarios consecuentemente, tendrán un techo no demasiado alto. Más importante, en la competencia por los escasos recursos humanos las pequeñas empresas locales no parecen llevar las de ganar.

La apuesta por desarrollar productos y servicios diferenciados, de alto valor agregado, no parece un capricho. Es una necesidad. Ni a Finlandia, ni a Israel ni a Irlanda (los tres productores de tecnología de alto valor agregado), parece preocuparles el peligro rojo. Es cierto que debemos recorrer un largo trecho antes de poder compararnos con alguno de esos tres. Pero sería bueno tener en mente adonde apuntamos.

Quizás, como los chicos, debamos preguntarnos: ¿qué queremos ser cuando seamos grandes?

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