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 sábado, 25 de noviembre de 2006  
Ecuador elige mañana entre la izquierda chavista y la derecha populista

Quito.- Más de 9 millones de ecuatorianos decidirán mañana si el mapa regional sumará a Ecuador, uno de los territorios más pobres de América del Sur, a los países gobernados por la izquierda chavista que representa el economista Rafael Correa o a la derecha populista que encarna el empresario Alvaro Noboa.

La segunda vuelta electoral decidirá quien se pondrá la banda presidencial el 15 de enero próximo e intentará completar un mandato de cuatro años, algo que ningún jefe de Estado de Ecuador logró durante la última década en la que este país vio pasar a siete mandatarios.

El conservador Sixto Durán Ballén fue el último presidente que terminó su mandato.

Lo sucedió en 1996 el derechista Abdalá Bucaram, destituido el 6 de febrero de 1997 por el propio parlamento por “incapacidad mental” a menos de seis meses de haber asumido.

Su entonces vicepresidenta, Rosalía Arteaga, basada en el derecho constitucional de sucesión, reclamó para sí el cargo, pero permaneció pocas horas como jefa de Estado y la reemplazó de modo interino quien era titular del parlamento, Fabián Alarcón, quien en 1998 entregó la primera magistratura a Jamil Mahuad, ganador en segunda vuelta electoral, en competencia -precisamente-, con µlvaro Noboa.

Mahuad sólo gobernó hasta enero de 2000, cuando fue derrocado por un levantamiento indígena apoyado por coroneles rebeldes, que formaron un triunvirato, entre ellos Lucio Gutiérrez, que duró pocas horas.

El trío Fue reemplazado por su vicepresidente, Gustavo Noboa, quien juró su nueva función en el Ministerio de Defensa y no en el Parlamento.

Gustavo Noboa dejó la jefatura del Estado en enero de 2003 a Gutiérrez, ganador de las elecciones de 2002, también destituido por el Congreso el año pasado, luego de una semana de movilizaciones en las calles de Quito y desde entonces, ocupa el sillón presidencial Alfredo Palacio.

Noboa, candidato del Partido Renovador Institucional Acción Nacional (Prian), y Correa, postulante de la Alianza País, fueron primero y segundo, respectivamente, en la primera vuelta de los comicios del 15 de octubre último, y desde entonces se preocuparon por atacarse casi sin pausas y sumar los respaldos de los partidos fuera ya de competencia y de las organizaciones sociales.

Para muchos analistas, lo que está en juego es apenas una diferencia de modos y de nombres, porque es tan alto el nivel de descreimiento y el deterioro de las instituciones, que suponen que cualquiera sea el ganador será difícil generar un cambio contundente en la situación del país.

A ello se agrega que Ecuador se acostumbró a una alta conflictividad social, que prácticamente lo metió en la mecánica de elecciones-destitución, y nadie puede arriesgar que la historia no vuelva repetirse, máxime porque quien gane mañana tendrá poco tiempo para resolver problemas muy serios.

Ecuador tiene graves inconvenientes de crecimiento, una pésima distribución de la riqueza (sobre todo de la renta petrolera), altos niveles de desempleo y más de la mitad de la población con necesidades insatisfechas.

Se estima que un 50 por ciento es pobre y un 17 por ciento indigente.

Para la compulsa de mañana, el Prian, que postula al magnate bananero Noboa, tiene los respaldos del Partido Rodolsista Ecuatoriano -del ex mandatario Abdalá Bucaram- y de buena parte de la dirigencia del Social Cristiano, fuerza que formalmente dio libertad de acción a sus militantes.

Por Correa se pronunciaron la Confederación de Nacionalidades Indígenas, la Izquierda Democrática, el Movimiento Pachakutik, el Partido Socialista y Nuevo País.

Quedó sin manifestarse a favor de uno u otro candidato la Sociedad Patriótica, que en octubre logró un interesante 17,5 por ciento de los votos con la candidatura presidencial de Lucio Gutiérrez, por lo que sus votantes serán clave en la pulseada de mañana.

La última semana de campaña estuvo plagada de ataques personales resumidos en dos acusaciones: para Noboa, si gana Correa el país irá hacia “una dictadura de izquierda” tipo Cuba, amparada por el venezolano Hugo Chávez; para el economista, si gana el empresario manejará al estado como a sus empresas, esto es con autoritarismo y corrupción.

Ese rasgo de los desbordes personalistas es lo que algunos analistas temen de Noboa -candidato otras dos veces y perdedor en ballotaje-.

El temor, para el caso de Correa, se centra en que no tiene estructura que lo respalde ni banca del Congreso que lo represente.

En paralelo a la elección presidencial habrá una consulta popular que despertó escaso interés en la gente, considerada en no pocos medios locales y hasta entre funcionarios inútil porque parece tener “respuestas cantadas”.

El plebiscito tendrá tres preguntas, dos para que la ciudadanía acepte o rechace que la salud y la educación sean consideradas políticas de Estado y una para que decidir si el excedente de la renta petrolera debe ir a políticas sociales.

El candidato a vicepresidente de Noboa es el diputado Vicente Taiano, y a Correa lo acompaña en el binomio Lenin Moreno, un discapacitado que hizo su campaña en silla de ruedas.

Para los comicios de mañana, la OEA reforzó su operativo de observación que, bajo el mando del ex canciller argentino Rafael Bielsa, suma 150 legisladores y funcionarios de todo el continente. (Télam)
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