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sábado,
25 de
noviembre de
2006 |
Piquetes
intocables
El jueves de la semana pasada, día fatal post tormenta, granizo, viento y destrucción, escuché por la radio a la vicegobernadora, a quien en otras ocasiones he admirado y respetado, refiriéndose a los descalabros que causaban los piquetes. Dijo una frase con indudable contenido demagógico: “No vamos a reprimir, sino a disuadir” . Y me quedé pensando, ¿disuadir?, ¿cómo “disuadir” a amenazantes chicos que con palos obstruyen el paso y cobran peaje? ¿Cómo persuadir con la palabra a las hordas que subían a los colectivos y robaban a los pasajeros? ¿Cómo suponían que con argumentos justos “disuadirán” a los que cortaban accesos a autopistas, agresivos y envalentonados, y que no tenían en cuenta que tal arbitrariedad es delito federal? ¿Por qué las autoridades que tendrían que actuar consideran que reprimir es mala palabra, cuando el término significa: contener, moderar, refrenar, templar? En este caso, refrenar a una turba que comete un delito hubiera sido muy apropiado, defendiendo el derecho de los demás. El jueves 16 tuve que realizar con el auto innumerables zig zags por calle Córdoba y luego por la ruta 9 para llegar a mi casa, en dos horas en vez de los cuarenta minutos habituales que tardo. Por lo visto los derechos de los ciudadanos que no delinquen, no importan. Así, sigue reinando la apología del inquietante mensaje de la cumbia villera.
Olga Bressano, DNI 5.543.291
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