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 miércoles, 22 de noviembre de 2006  
Les importa el negocio, no la gente

Sergio Faletto / La Capital

No les importa el fútbol, les preocupa el negocio. No es cierto que piensen en la gente, piensan en ellos mismos. El ambiente futbolístico no se purifica con medidas tan perentorias como estériles. La contaminación surge desde viejos cimientos, forjados en décadas de indiferencia e impunidad, con un sistemático maltrato hacia el público, en cuyo nombre cometieron aberraciones organizativas que sólo sirvieron para precarizar aún más el juego.

Esa estructura hoy tambalea una vez más por la corrosiva corrupción, pero se mantiene vertical porque desde adentro la sostienen con uñas y dientes, a sabiendas de que serán muy pocos los que saldrán ilesos cuando la impunidad se derrumbe. Los dirigentes deportivos dicen que "la gente" debe volver a los estadios. Los jugadores, en nombre de "la gente", dan un ultimátum. Algunos periodistas del establishment se rasgan las cuerdas vocales por "la gente". Y hasta los barrabravas hablan como "la gente". Pero a ninguno les preocupa. Sí los ocupa. Porque ahora se dieron cuenta que sin el público el negocio no cierra.

Los jugadores condicionan a los dirigentes, los dirigentes intiman a los jugadores, y los barrabravas presionan a los jugadores y a los dirigentes. Y en este juego de reparto, "la gente" no está. De todo lo que se dijo en estos días, sólo el gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá, expresó algo atinado, porque es cierto que la estructura actual del fútbol no tiene reservas morales para cambiar esta realidad deportiva más violentada que violenta.

Entonces, aunque "la gente" vuelva a las canchas, el negocio seguirá indemne, como todos los dirigentes, jugadores y barrabravas que construyeron el fútbol de cada día, a quienes la Justicia y la Afip nunca les pidieron una rendición de cuentas, tal vez porque está muy ocupada en controlar a "la gente".

A pesar de toda esta afrenta, aún un amplio sector de la sociedad sigue concurriendo a los estadios a expresar una pasión que ya no tiene sustento en la realidad. Ya no habrá que esperar un cambio de autores de este dislate. "La gente" es la que debe cambiar. El fútbol sólo podrá salvarse cuando el hincha le dé la espalda a este patético fútbol y deje sin negocio a todos estos señores que son protagonistas porque el público alguna vez los puso en ese escenario.
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