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 domingo, 19 de noviembre de 2006  
Córdoba: un desafío a la pereza
Buceo, espeleología, trekking y rapell en las sierras. Una actividad para poner a prueba la capacidad física a toda edad

Turismo alternativo, activo o de aventura. Los términos se usan como sinónimo aunque los especialistas marcan diferencias. Pero lo semántico no parece ser lo más importante cuando de contactarse con la naturaleza se trata. Abordar un paisaje, recorrerlo, protegerlo, contemplarlo y practicar en él destrezas, parecen ser la filosofía que se impone en estos viajes que desafían a la pereza y, lejos de lo que muchos creen, esquivan el riesgo y los peligros.

LaCapital viajó a las sierras de Córdoba junto a colegas de Rosario y el cordón industrial. El grupo, invitado por la Agencia Córdoba Turismo de la provincia de Córdoba (lo que en Santa Fe se denomina Secretaría de Turismo), paseó tres días por las sierras, disfrutó de paseos diversos y se familiarizó con el lugar y sus actividades (farm tour).

Nada quedó librado al azar, porque como bien subrayó el coordinador del área de turismo alternativo de la agencia, Marcelo Pagano, "hay que tener mucho respeto por este tipo de actividades deportivas que se realizan en las sierras, la idea no es poner en juego la vida sino disfrutar, por eso intentamos ser rigurosos con los controles de montaña y el registro de guías, personas realmente capacitadas, que conocen la geografía, sus riesgos, y también la flora y la fauna, y que cuentan con las certificaciones y seguros reglamentarios que amparan al turista".

Justamente la Casa en Rosario de la Agencia Córdoba Turismo a cargo de Marina Odriozola (Mitre 737) es la encargada de acreditar a los guías de la ciudad y las localidades vecinas que quieran trabajar en Córdoba, guiando a los amantes de la aventura.

El menú deportivo de este farm tour fue variado, nada que no pueda llevar a cabo alguien a quien le gusta la actividad al aire libre y tenga un par de zapatillas a mano. Buceo en el lago Piedras Moras de Almafuerte (a 15 kilómetros de Río Tercero), un espejo de agua que guarda todo un pueblo en sus profundidades. Visita nocturna a los misteriosos túneles y galerías de una caverna natural (espeleología), la más grande de Córdoba (ubicada a 8 kilómetros de La Falda). Caminata (trekking) a unos dos mil metros de altura en territorio del cóndor andino, por el majestuoso Parque Nacional Quebrada del Condorito (al sur de la Reserva Hídrica Pampa de Achala -el reservorio de agua de toda la región-, a 110 kilómetros de la capital provincial). Y descenso (rapell) por las rocas graníticas del Macizo los Gigantes (Al norte de Pampa de Achala), alturas que seducen a los escaladores y no dejan de maravillar a propios y ajenos.

Si las breves impresiones sobre estas tres jornadas ayuda a despertar curiosidad por este tipo de turismo al que pocos se animan, o ayudan a desterrar prejuicios y estereotipos (como que Córdoba es sólo peperina, la aerosilla o montar un burrito), se habrá logrado una alternativa y una activa aventura, tan desafiante como la de recorrer las profundidades de un lago, la oscuridad de una cueva o alcanzar la altura de una montaña.


Riquezas subacuáticas
Aún muchos cordobeses desconocen que en el fondo del lago Piedras Moras descansan viviendas, una usina (el último de sus tres pisos sobresale generalmente del espejo de agua), una escuela, el cementerio y hasta la iglesia de lo que fue alguna vez el pueblo El Salto Norte. Un verdadero parque subacuático con óptima visibilidad, para que los buzos avezados practiquen su actividad.

El lugar fue descubierto por Francisco Lacase, titular de la Agrupación Buzos Deportivos Córdoba (0351-156-187-555; email: [email protected]), quien asegura que allí se pueden realizar descensos de hasta 18 metros y lograr escurrirse por puertas y ventanas de viejas construcciones, recorrer túneles, puentes y placas del viejo cementerio, gran parte cubierto con tierra antes de la inundación definitiva del embalse construido en la década del 70.

El paisaje lo completan mejillones y medusas de agua dulce, esponjas, langostas rojas, algas, mojarras, tarariras, carpas y bagres. No son pocos los israelíes, canadienses y franceses que se llegan al lugar especialmente. "Es que para los buzos es común recorrer barcos que naufragaron, pero no pueblos enteros, esto es un verdadero tesoro", remarcó Lacase.

No obstante, para quienes se animan al buceo por primera vez, el lugar ofrece a pocos metros río abajo una alternativa no menos interesante. Una playa donde se pasean patos con total mansedumbre y revolotean decenas de aves. Allí se realizan los bautismos, y a sólo cinco metros de profundidad ya se puede divisar un bosque serrano.

La actividad implica desembolsar unos 150 pesos por día (hay tarifas diferenciales a grupos y escuelas de buceo), lo que incluye bebida, el acompañamiento de un guía, embarcación y el equipo completo (traje de neoprene, tanques de aire comprimido, chaleco compensador, máscara o luneta, entre otras cosas) para dos buceos de una hora (que es lo que dura el tanque de aire). Se puede salir, entre otros puntos, desde la capital a Villa Carlos Paz. Pueden bucear personas de todas edad y también con capacidades diferentes.

Desde la Agencia remarcan que antes de bucear en cualquier ámbito de la provincia es obligatorio dar aviso a la Gerencia Náutica: 0351-428-7000 o bien vía [email protected]. Los funcionarios especifican que se debe enviar, una semana antes de la inmersión, un mail informando el lugar, fecha y cantidad de personas que realizarán la actividad. Y recomiendan, que cuando se trate de grupos de cuatro o más personas, se contrate un operador local de buceo.

Dicen que a su forma la talló un río que se retiró del lugar, pleno Valle de Punilla, hace miles de años. Fue descubierta a principios de los 90 dentro de una caverna abandonada. Tiene unos 150 metros de profundidad, aunque se calcula que aún quedan por conocer unos cien metros más.

Está llena de pasadizos, chimeneas, pozos y galerías. Es la más importante de Córdoba: fascinante, silenciosa, húmeda y misteriosa es la cueva El Sauce, todo un viaje al centro de la tierra.

El paseo hacia la cueva puede realizarse de día o de noche (en este caso ofrecerá también a los exploradores un espectáculo que ofrece el estrelladísimo cielo del lugar). Previo al ingreso, Sebastián Cevallos, el dueño del lugar y quien también oficia de guía, provee a las visitas oberoles y cascos con linterna frontal como las de los mineros.

Una indumentaria que quedará completamente polvorienta tras el paseo de una hora y media y a una temperatura constante de 25 grados, que obliga a subir, bajar, apoyarse y hasta arrastrarse por angostos espacios cubiertos de arcilla roja.

Tras ingresar por una diminuta abertura y recorrer una galería se atravesarán bóvedas y salas nominadas como las geoformas que imperan: la de la Llave y la del Tajo, son algunas. Adentro se pueden apreciar formaciones que resultan de la lenta formación del agua (espeleotemas) como las costras coralinas de blanco aragonita y botroidales con formas de coliflor. En un codo Cevallos detiene a las visitas, pide cerrar los ojos y tira un flash sobre la roca. El resultado, un paisaje fosforescente en medio de la tiniebla.

La dificultad de la experiencia es de media intensidad. Puede realizarse entre los 10 y 50 años y no se aconseja para gente claustrofóbica. El precio es de 89 pesos por persona, partiendo desde Carlos Paz y 60 pesos desde La Falda (Incluye al final del recorrido una copa de champagne y bocaditos).

Venerado por las culturas originarias de los Andes, el cóndor que habita en la quebrada que da nombre al parque nacional cordobés, es una de las mayores aves voladoras del mundo: sus alas totalmente desplegadas alcanzan casi 3 metros de largo. Y llegar a su majestad, divisarlo en pleno vuelo obliga a atravesar un paisaje entre ocre y verde, majestuoso y lleno de sorpresas. Diez estaciones claramente delimitadas conducen al balcón norte del profundo cañadón en forma de "V" y de 800 metros de profundidad por donde corre el río de los Condoritos. El ritmo lo pone el caminante. Al llegar se topará con paredes graníticas, separadas entre sí por unos 1.500 metros y aferradas a bosques de orco-molles y tabaquillos. Allí, si es de su agrado, se dejarán ver los cóndores con su collar de plumas blancas en el cuello.

Pero antes de llegar, el paseo de 20 kilómetros ida y vuelta que pueden transitar familias enteras, ofrecerá una fiesta para los ojos: entre la hierba y la cola de quirquincho, los líquenes y las flores de los cactus, tal vez se cuente con la suerte de divisar un zorro colorado o un lagarto verde de Achala, las plumas rojas de una loica, un zorzal y hasta una yarará ñata. Y sin dudas será un iluminado si logra divisar aunque sea de lejos la silueta de un puma.

El ingreso al Parque Nacional es gratis, todo el trayecto está sumamente cuidado y hay guardaparques encargados de proteger la fauna y la flora y atender las inquietudes de los turistas. Un paseo con guía desde Carlos Paz al balcón norte (unas cinco horas ida y vuelta) cuesta unos 65 pesos, incluye almuerzo y ración de marcha, traslado y seguros. Una caminata hacia el balcón sur, en cambio, se cotiza en 125 pesos; aquí se divisa al cóndor mucho más cerca.


Respeto a la altura
Si algo transmiten los escaladores es que la altura merece respeto. Ellos hablan de "escuchar a la montaña", de "leer" sus mensajes cada vez que se apoya un pie o una mano para ganar su cima, recorrer sus paredones o se la desciende. Y así enseñan el lenguaje del rapell (maniobra de descenso) y la importancia de cada adminículo que debe vestir quien se vuelque a la actividad que, en todos los casos, "deber ser segura y no busca vivir situaciones límites", remarcó el guía de montañismo, Jorge González, quien con ironía le recordó aún a los más diestros que "la montaña termina abajo".

Ante una roca de unos 10 metros de alto, las sogas de los profanos se vuelven "cuerdas", los ganchos "empotradores" y las subidas y bajadas "escaladas" (abordar la verticalidad de la roca con manos y pies apoyados en puntos de seguridad). Una actividad para todos aquellos que no sufran de vértigo, y no sólo apuesten al desafío físico sino a la posibilidad de palpar el silencio y belleza de la altura. Una jornada con todo el equipo incluido cuesta unos 70 pesos.

Los Gigantes son apenas una opción para el rapell. Son el cordón central de las Sierras Grandes, a 90 kilómetros de la ciudad Córdoba. El refugio La Rotonda ofrece un lugar para pernoctar y alimentarse. Un lugar donde orientan sobre las caminatas posibles en el lugar: cuevas, cerros, cascadas, son parte del menú. Por allí pasan turistas de todo el mundo. Y supieron descansar unas horas hombres y mujeres que hicieron nuestra historia y dejaron su letra estampada en un cuaderno de ruta. "En medio de esta inmensidad -escribió Hipólito Irigoyen en 1929- uno se siente más bueno porque se siente olor a chivo".
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