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 domingo, 19 de noviembre de 2006  
lecturas
Una construcción precisa

Poesía. Antología poética, de Héctor Pícccoli. Editorial Serapis, Rosario, 2006, 206 páginmas, $ 34.

En 1987, en una nota titulada "El neobarroco en Argentina" escrita por D. G. Helder y publicada en la revista Diario de Poesía se relevaban las tendencias de una poética que se caracterizaba como "aquella en donde la música, la parodia, y el derroche ostentaban la expansión expresionista". Entre sus exponentes, Helder incluía el "barroco etimológico de Héctor Piccoli". La reciente publicación de una "Antología poética" de este autor, no sólo inquieta las caracterizaciones de dicho movimiento sino que invita a repensar la inclusión de su obra en la serie.

Si el neobarroco proponía como clave la ritualización del despilfarro, esta obra sugiere lo opuesto: el ajuste a una metódica forma de acomodación de la palabra poética. Según Piccoli, la maravilla que el barroco puede proponerle a la poesía actual no es el caos de excesos y exageraciones, sino por el contrario el poder de una construcción precisa que sostenga la densidad de los vocablos, en una época en donde lo que fluye son las formas vacías. "El hipertexto, lejos de ser sinónimo de caos -como quiere más de un profeta posmoderno-, sólo representa un orden distinto y superador, así también el nuevo arte ha de construir ordenando y para eso debe aviarse de las mejores tradiciones del pasado (...) la coherencia arquitectónica de la cosmovisión barroca (...) tenga quizás más que ofrecer a nuestra mirada que la de cualquier otro período histórico", sostiene el autor en "Manifiesto fractal" (www.bibliele.com, 1997).

En esta búsqueda de la perfección de la forma se vuelve imprescindible el saber del poeta sobre cómo administrar las palabras y ubicarlas espacialmente. Los poemas de Piccoli generan un impacto visual y sonoro en cualquier aproximación que se haga de ellos; la cuidada edición de esta "Antología" se orienta en ese sentido, evidenciando una clave de lectura: el modo en que la multiplicación de los vocablos se ciñe a una forma que a su vez radicaliza y esparce toda su potencia simbólica, en el cuerpo de su grafía y en su sonoridad.

Quienes conocen la obra de Héctor Piccoli, recordarán los poemas desplegables de "Permutaciones" (1975) y "Si no a enhestar el oro oído" (1983), la utilización de dos tintas, la distribución espacial y el juego con los blancos de la página. En este volumen, el autor ha agregado una serie de notas a algunos de sus poemas, que desarrollan progresivamente la idea del origen del poema como una experiencia múltiple, sólo reproducible si se la acota a la forma apropiada para habitar dicha proliferación. Dice Piccoli en las notas a su poema "Matrices" (1975): "El uso del rojo en tanto elemento distintivo está en función del logro de un sueño tan viejo como imposible: poder •decir' (=escribir) dos cosas a la vez; superar la linealidad (sucesividad) del lenguaje y de la escritura, merced a la simultaneidad". No sólo el rojo, sino la división de la página en bloques diferentes, o la descomposición de la palabra en sus grafemas, recuerdan los poemas de E. E. Cummings y las experiencias de poesía concreta, con todo lo que éstas concibieron acerca del poema como matriz de derivación y juego.

El acto de lectura de estos poemas se vuelve así un modo de creación, invocando la refracción de varios códigos desde una misma matriz sensitiva. La "Antología" recorre toda su obra publicada y finaliza con una serie de poemas inéditos, agrupados bajo el nombre de "Fractales". Se trata de una serie de experimentaciones en relación con la construcción de poemas mediante la web. "Proponemos un poema generativo, interactivo (...) y esencialmente plural, ya que cada unidad del poemario es varios poemas a la vez", afirma Piccoli.

Otra notación, ineludible en cualquier lectura que se haga de Piccoli, es la de una poesía influida por su indagación en la lírica barroca, española y alemana. La utilización de una "lengua exhaustiva" -como la llama Claudio Sguro en el estudio preliminar del libro-, y la recurrencia a todo tipo de formas métricas tradicionales como el soneto, la letrilla, el romance, el zéjel, el haiku, etcétera, otorgan un lugar de prioridad a la música y la armonía, la artesanía poética. En el trabajo de filigrana que realiza el autor con el ritmo y el lenguaje, alterna además el uso del alemán, ya sea en la escritura de algunos poemas o en interferencia con el español.

Traductor y profesor de lengua y literatura alemanas, Piccoli sostiene respecto de estas digresiones de la lengua nativa que "la simultaneidad mentada (...), la posibilidad de decir, al menos, dos cosas a la vez, se da en este poema en la fusión con la otra lengua que me constituye, •bordando' una oración en español sobre la figura de Trakl". "Bordar" un poema sobre el poema alemán consiste así en subrayar entre ambas lenguas un campo de resonancia particular, no fundado sólo por la aliteración sonora, sino por la suma de varios elementos.

Piccoli anota la fecha de algunos poemas cuyas referencias históricas son puntuales: el frigorífico Swift, la decadencia de la universidad, las detenciones forzadas, los amigos desaparecidos. Se trata de interrogar el lugar de nuestro origen a través de la intensidad de la palabra, ya que sólo la consistencia del lenguaje puede volver comprensible al mundo.
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Rescate. En su "Manifiesto fractal", Piccoli postuló que el nuevo arte "debe aviarse de las mejores tradiciones del pasado".

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