Sobre gustos: Marcelo Cutró

Marcelo Cutró nació en 1967 en Santa Isabel, donde apenas pasó un año. Vivió en Elortondo y en Wheelwright y en 1975 se radicó en Rosario, donde vive. Publicó dos libros de poemas, "Los lugares con noche" (1993) y "Santa Isabel" (obra que presentó en la colonia psiquiátrica de Oliveros, 2003) y participó en la antología "Los que siguen" (2001).

-¿Por qué le dedicaste un libro a tu pueblo natal?

-Conocía Santa Isabel sólo por relatos. Hace unos años la vida quiso que leyera algunos poemas en el pueblo donde había nacido. Busqué la cancha vieja del Club Belgrano, en cuya casa vivíamos con mi familia. Estaba igual, por fuera. Fue muy fuerte... Claudia Milán, mi mujer, ilustró la tapa del libro con la imagen de ese lugar para completar la emoción y el homenaje.

-¿Qué es lo que más extrañás de la infancia?

-El mate cocido que hacía mi abuela. Los cuentos que mi abuelo Miguel Angel Martínez inventaba para que me durmiere. Esto sucedía en Wheelwright, otro pueblo del sur de la provincia en donde viví.

-¿Por qué presentaste "Santa Isabel" en la colonia de Oliveros?

-Por una invitación de la psicoanalista y poeta Mariana Brebbia, trabajadora de la colonia. Fue una experiencia muy particular presentar un libro de poemas en un lugar donde la palabra tiene varios motivos de circulación.

-"Bautismo", en ese libro, dice: "La mañana/ susurraba en el agua/ de la cruz, los peligros de Dios/ en soledad". ¿Qué historia hay detrás?

-En 1991, cuando tenía 16 años, Delfina Arias nos elige a Carina Demestri y a mí como los padrinos de su bautismo. Se hizo a las apuradas en una pequeña capilla con techo de chapa de la ciudad de San Lorenzo bajo una lluvia torrencial. Estábamos nosotros tres y el sacerdote, nadie más. Y Dios, supongo.

-¿Cuál es el hecho social, cultural o político que más te marcó?

-El retorno de la democracia en 1983. El ingreso a Humanidades en 1986. Escuchar por primera vez a Jorge Fandermole, a Alberto Muñoz (hoy mi maestro de poética) y a Liliana Herrero (la mamá de Delfina).

-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?

-Tiempo. El día tendría que tener 30 horas. A veces uno lucha con las palabras. Creo en el trabajo con el lenguaje.

-¿Qué título les pondrías a tus memorias?

-"Itinerario de un poeta errante".