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 sábado, 18 de noviembre de 2006  
Por dentro > Estudio Bechis + Mauro Grivarello Bernabé
Un cambio de escala
Los jóvenes creadores del Centro Municipal Distrito Noroeste analizan su primera obra de envergadura a dos meses de su puesta en funcionamiento

Aníbal Fucaraccio (arquitecto)

El Centro Municipal Distrito Noroeste ya acusa dos meses de su puesta en marcha. Es otra muestra tangible de la activa política de descentralización del gobierno local y de confianza en el talento del estudio Bechis, un grupo de jóvenes profesionales de la ciudad que obtuvo la posibilidad de llevar adelante esta obra a través de un concurso. Es la única en su tipo que fue encargada por esa vía, y fueron estos prometedores profesionales rosarinos los que ganaron la chance de llevarla adelante.

El estudio Bechis Arquitectos actualmente está conformado por Sebastián y Esteban Bechis, Julieta Novello, Vanesa Patti, Bruno y Franco Bechis. El concurso, el proyecto y la supervisión de obra la realizaron asociados Mauro Grivarello Bernabé.

En una cálida entrevista con ESTILO, Sebastián y Esteban Bechis analizaron el edificio ya en funcionamiento. "Con la obra en marcha se reflejaron muchas cosas que teníamos planteadas cuando pensamos el proyecto. Queríamos generar una gran plaza pública y cuando vimos en la inauguración cómo utilizaba la gente todos los lugares que habíamos pensado fue fabuloso", señaló Sebastián.

"Es un edificio con concepciones muy locales. Desde el principio se buscó abaratar al mínimo las condiciones de mantenimiento y además pudimos utilizar todo el trabajo que se había acumulado con los distritos anteriores. Eso nos ayudó a lograr un pensamiento bien elaborado, con acento rosarino", agregó.

En tanto, para su hermano Esteban, la respuesta que recogieron en el ambiente profesional luego de la inauguración del CMD fue de reconocimiento. "Destacaron la escala del edificio y la respuesta a la complejidad de las cuestiones involucradas", remarcó.


Nuevas demandas
Hasta antes del Distrito Noroeste, el estudio Bechis había llevado a cabo obras de una escala menor y una de las mayores dudas que tenían estos jóvenes profesionales era cómo se iban a adaptar a una nueva demanda, ya que más de 150 personas trabajan en el lugar.

  Los meses previos a la inauguración, los arquitectos tuvieron contacto con los que iban a trabajar en el Distrito. “Fue una experiencia muy interesante, donde tuvimos un rol bastante participativo. Allí tuvimos que readaptar o reorganizar algunas cosas para que todos estén conformes con su nuevo lugar”, contó Esteban.

  La prueba de fuego fue el día de la inauguración, cuando el intendente Miguel Lifschitz abrió las puertas y entraron mil personas a la vez. Las autoridades presentes y los vecinos del barrio empezaron a recorrer los pasillos, a meterse en las oficinas y a observar el edificio.

  “Nosotros miramos especialmente si la gente se asomaba por los lugares que pensábamos, si circulaban bien y si entendían el edificio. Además, la plaza se puso a prueba con un evento público muy grande, donde se proyectaron imágenes sobre las paredes, hubo un discurso y el disertante se paró donde pensábamos que se tenía que parar”, apuntó Esteban.

  En los dos meses posteriores a la inauguración, los profesionales siguieron acudiendo a la obra para verificar el funcionamiento de todos los componentes. “Observamos cómo la gente se orienta, si espera donde pensábamos que tenía que esperar, si usa los patios a la sombra. Si en el primer casamiento tiraba arroz donde nosotros pensábamos. Yendo a la obra, descubrimos que se sacan las fotos en unos árboles que unos meses antes creíamos que no iba a sobrevivir y hoy son un telón de fondo para los casamientos. Y hasta llegamos a ver que el área destinada a los usos deportivos o culturales, en un momento se transformó en un gran cuarto oscuro”, señaló Sebastián.
Un esquema flexible
—¿Cuántas cosas tuvieron que cambiar del proyecto original?

—El esquema en peine que adoptamos proponía desde el comienzo una gran flexibilidad en su estructuración y contemplaba posibles variaciones funcionales. Eso se puso en verificación porque el concurso fue en 2001, el proyecto se entregó en diciembre de ese año y después, con la crisis post De la Rúa, la obra quedó casi tres años sin actividad. Cuando la Municipalidad decidió retomar las tareas, nos llegó el encargo con un listado de modificaciones porque la estructura municipal había cambiado de una forma importante. Como no se podía cambiar ni la superficie ni el presupuesto, tuvimos que hacerle modificaciones al edificio. Además hubo algunos errores en los planos topográficos que hizo que el edificio tenga que absorber las posiciones de algunos árboles que estaban mal marcados. (Esteban)

-Creo que con la estructura en peine, con los patios entrando en el edificio, exhibimos una voluntad espacial de recorrido, donde se disponen las diferentes áreas. Eso, a pesar de las modificaciones, no se alteró. (Sebastián)

-¿Cómo fue la presencia en obra?

-Estuvimos presentes los 20 meses que llevó el edificio. Todas las mañanas. Ahí empezamos a conocer a los que iban a construir el edificio, sus potencialidades y sus debilidades. La mano de obra, la Municipalidad, y nosotros como conductores de obra tuvimos una relación muy fluida. Eso ayudó para solucionar los inconvenientes que se presentaban. (Sebastián)

-¿De qué manera se desarrolló la conducción técnica?

-Como sabíamos que la obra se iba a hacer con un crédito del BID, pensábamos que iba a existir una oficina técnica importante con muchos profesionales capacitados. En realidad tuvimos una excelente relación con la empresa constructora pero había que hacer un poco de escuela porque había un solo jefe de obra, algunos colaboradores y los subcontratistas. En relidad no era muy diferente a lo que hacíamos en obras más chicas. (Sebastián)

-¿Por qué creen que se presentó esa dificultad?

-Cuando la ecuación de inicio es que la obra la hace el que brinda el precio más bajo, eso lleva a tener la mano de obra menos capacitada y menos responsable. Entonces, exige el doble de trabajo para nosotros. Más allá de eso queremos destacar el excelente grupo que se armó entre la Inspección de Obras Públicas, el área de Planeamiento y hasta la misma empresa constructora. Siempre se trabajó con un objetivo común. (Sebastián)

-La idea como proyectistas no fue utilizar el costo de la obra para hacerla más linda, sino en finalizar la obra, porque sabíamos que las obras públicas siempre corren un gran riesgo. Tratamos de encontrar rápidamente las soluciones que respondan a los intereses de todos de la manera más rápida posible. (Esteban)

-¿Cuáles consideran que son los puntos fuertes de esta obra?

-Nos gusta mucho el hecho de que la plaza tiene una vida que trasciende al edificio. La construcción es un fondo, pero la plaza es parte del barrio. También nos genera mucha satisfacción cierta elaboración espacial interior del edificio. (Sebastián)

-El posicionamiento del edificio y sus relaciones con el entorno son situaciones que nos dejan tranquilos como pieza urbana que genera un espacio público seguro. Más allá de algunas cuestiones formales, estéticas o constructivas que después uno puede llegar a cuestionarse. Hay que entender que a esta obra la proyectamos hace cinco años. (Esteban)

-¿Qué legado les dejó este gran emprendimiento?

-En el arranque de nuestras carreras nos dejó una gran capacitación por la diversidad programática y por la participación en obra. Nos brindó muchas herramientas para poder enfrentar hoy proyectos de otra escala. (Esteban)
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