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sábado,
18 de
noviembre de
2006 |
Para romper la quietud
El proyecto “El lugar de la educación física en la construcción del conocimiento en la escuela” trabaja en la idea de que este espacio no sea visto como un lugar aislado del resto de las áreas o de lo que se aprende en las aulas. En este sentido, es clave en este plan de acción que no sean sólo los profesores de la materia los que lo lleven adelante. Porque cuanto más directivos y maestros se sumen, más posibilidades de ganar espacios para el juego y para otra percepción del cuerpo tendrá la escuela.
María Cecilia Lenci, vicedirectora de la Escuela Nº 124 de Villa Gobernador Gálvez, fue otra de las docentes que se sumó al encuentro realizado en el Jardín de los Niños. “Las escuelas en este momento se caracterizan por la quietud escolar, la rigidez, y no porque las escuelas estén quietas, todo lo contrario, están convulsionadas. Por esto es importante que podamos replantear esta situación de pasividad del alumno”, subraya.
“Para nosotros la dificultad en el jardín es la poca capacidad de los chicos de expresarse a través de todos los lenguajes, pero nosotros hicimos al revés: primero vivenciamos la educación física los docentes, después los padres y por último los chicos”, explica Viviana Ramírez, directora del Jardín Nº 137 de barrio Las Flores Este, de Rosario. Así fue como empezaron en las reuniones plenarias a tomarse un tiempo para la expresividad corporal.
“La primera instancia de sensibilización fue para adultos, poniendo nosotros el cuerpo que tanto nos cuesta y explorando nuestro propio movimiento para después transmitírselo a los chicos, además nos sirvió mucho porque nos ayudó a constituirnos como grupo”, rescata Viviana Ramírez. La directora de Las Flores reclama la creación de cargos de maestros especiales para los jardines de la provincia, una cuestión que considera prioritaria para acompañar este y otros proyectos educativos en su nivel.
Viviana Peñasco es profesora de educación física en el jardín de Puerto San Martín, dice: “Para mí lo más importante fue trabajar en conjunto con mis compañeras, con la maestra de sala y con la docente de música, lograr que el trabajo que hacemos en el patio en educación física no sea una isla de lo que ocurre en el aula. Esto lo conseguimos en el jardín, estamos conectadas y fortalecidas con posibilidades de seguir abriendo el panorama”. Y rescata uno de los ejes fundamentales de este programa: que la educación física no sea un espacio aislado en las escuelas y esté comprometida con la construcción del conocimiento.
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