Los dos tienen la obligación de ganar

José M. Petunchi

Hay una teoría futbolística que se fortalece a través de los años. Los clubes que descienden de categoría, antes los hacen institucionalmente. En Rosario Central, que hace cuatro años atrás generaba algunas expectativas para el hincha en cuanto a la participación en algunos torneos internacionales y a veces peleaba posiciones de privilegio, hoy, acosado económicamente e inmerso en complejas situaciones, no sólo se diluyen esos sueños, sino que su futuro es demasiado incierto. Por el lado de Newell's las cosas son bastantes parecidas, y lo más grave, como lo señalara Ovacion esta semana, sus divisiones inferiores en muchos momentos fuente inagotable para promover jugadores a la primera división y obteniendo con ellos campeonatos e importantes participaciones en otros torneos, pero hoy está deteriorada y con fuerte oposición de los padres a la hora de elegir el club para sus hijos.

Con estos antecedentes se jugará el clásico en el Gigante de Arroyito. En los rojinegros, debido a la participación de muchos que no nacieron con el fútbol del club tal vez les falte el hambre de gloria que se incorpora cuando los colores se sienten desde chicos. Por el lado de Rosario Central, mucho tendrá que hacer su técnico para concientizar a los que están hechos económicamente y a los confundidos jóvenes, quienes cuando escuchan a los referentes no deben saber que rumbo tomar.

A pesar de todo lo escuchado y seguramente vivido con total hipocresía, el ambiente en los locales no debe ser nada bueno. Es cierto que no es tan fácil para Gorosito, pero cómo se estarían viviendo hoy estas cosas si Ojeda no hubiera cometido tantos errores frente a Independiente, Godoy Cruz y Vélez, y si el Kily González hubiera convertido el penal frente a River.

Sin embargo, el técnico, dando prueba de su hombría de bien, no sólo se tuvo que aguantar los agravios en esos partidos, sino que tuvo la grandeza de cuidar la imagen de sus dirigidos. Cosa que estos, principalmente el Kily, no la tuvo en cuenta cuando sentenció a su técnico, afirmando que si perdía el clásico se tenía que ir.

Esta manera de pensar del experimentado jugador saca a la luz que los proyectos de los técnicos no tienen ningún valor y que su futuro depende de los que determinen sus dirigidos y los resultados. Con respecto a los jugadores, y después de escuchar al señor Christian González, de ellos depende que siga o no, a pesar que se apresuró a decir que harían lo imposible para que siga, pero como decía un amigo, "no intente aclarar, que oscurece".

Si la experiencia se adquiere a través de los años y en circunstancias saludables para su futuro, es bueno señalar: ¿Dónde estuvo el Kily en los últimos años? ¿Dónde quedó aquel muchacho seguro que eligió Central para terminar su carrera, desechando a Boca? O tenemos que quedarnos con la pobre imagen de mostrar su impotencia después de errar el penal frente a River, haciendo el triste papel de guapo, peleándose con Gallardo cuando debía haber puesto el coraje desde los doce pasos para marcar el camino para la victoria de su equipo.

La gente piensa que esta tarde se puede producir un complot contra Gorosito. Esto sería terrible. El hincha suele aceptar muchas cosas de sus jugadores, pero jamás sacar el cuerpo ganador frente a su clásico rival. Solamente un triunfo puede calmar las circunstancias que se viven en Central. No hay dudas que los técnicos están presos de sus dirigidos, su futuro depende de cómo definen en el arco rival o cómo defienden el suyo, pero decir abiertamente que Gorosito dependía de este resultado, se exponen demasiado ante la gente. ¿Y si las cosas se dan así, muchos no van a pensar que no se puso voluntad de ganar para sacar al técnico? Cuesta creerlo, pero como suelen decir los jueces, ante un homicidio, "no hay que descartar nada". l