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 domingo, 29 de octubre de 2006  
Que el ritual se repita

Marcelo Mogetta

Llegó la fecha tan esperada, el día tan ansiado. Especulaciones que quedan al margen, cábalas que se repiten y se transmiten de generación en generación. La misma camiseta, esa de piqué, gruesa, con el número en tela blanca adherido en la espalda, esa misma que lucí orgulloso la tarde de la primera estrella.

Nuestros mayores se emocionan al recordar los viejos clásicos, esos que los marcaron a fuego y les hacen poner llorosos los ojos. Aprendimos a emocionarnos desde chicos, hoy repetimos ese ritual, renovado por el banderazo, tradición única en el mundo: 15.000 leprosos aplaudiendo a sus gladiadores antes de "el" partido, porque así se lo hacemos sentir a nuestros gloriosos muchachos, los viejos muchachos de Newell's.

Para la contra también lo es, para nosotros ni hablar y así lo vivimos durante la semana. Las cargadas, pullas, mofas y chistes se repetirán incansables hasta el próximo clásico, para reconfirmar esas bromas o aceptar que cambien de vereda.

Así nacimos, así crecimos y así moriremos, aceptando a nuestros amigos, bancándolos por el sólo hecho de ser amigos, por más que nos diferencie la camiseta. Por el sólo hecho de ser amigos aceptamos y nos bancamos la curtida.

Cada uno de nosotros tiene grabadas en sus retinas vivencias de esta fiesta. Cada clásico es especial, los de ayer, de Zanabria y Aimar, los de hoy, los de siempre.

Así los viví desde que aprendí a caminar. Nada ni nadie puede explicar las sensaciones y estados emocionales que me atraviesan. Son flashes, fotos, páginas de mi vida que pasan con la velocidad del rayo por mi cabeza.

Levanto la copa y brindo por "el" partido de hoy, por el partido de todos, que no hace distinción de lugares de residencia. Miles de rosarinos en todo el mundo lo palpitarán desde donde estén. Sigo levantando la copa y que el brindis no termine nunca, para poder seguir contándole a nuestros chicos, para hacerlos partícipes de esto, para que el ritual se repita, por siempre.

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