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 viernes, 20 de octubre de 2006  
Dramático. Tiene 51 años y sufre una distrofia muscular progresiva que la mantiene inmovil desde hace dos años
Una española que vive hace nueve años con un respirador pidió la eutanasia
El caso de Inmaculada Echevarría reaviva el debate sobre el derecho del paciente a elegir una muerte digna

El caso de Inmaculada Echevarría, una española de 51 años que quiere morir por sufrir una distrofia muscular progresiva que la mantiene inmóvil desde hace dos décadas, ha reabierto el debate sobre la eutanasia en España, donde ayer el gobierno advirtió que se trata de una práctica ilegal.

Echevarría pide que le apliquen una inyección que le pare el corazón, y así poder morir "dignamente, en libertad y sin dolor". La mujer lleva nueve años postrada en una cama de un hospital de Granada, en el sur del país, sin poder moverse y conectada a un respirador que la mantiene con vida.

Sufre esta enfermedad incurable desde los 11 años, y desde los 29 está casi inmóvil. Actualmente ya sólo puede mover los dedos de la mano y de los pies. Además ha perdido la musculatura de lengua, cara y cuello, por lo que le resulta difícil hablar y comunicarse.

"No es justo vivir así. Mi vida es soledad, vacío y opresión", afirma Echevarría, cuyos padres murieron jóvenes y no mantiene contacto con su único hermano, que vive en el norte del país.

"Lo único que pido es la eutanasia", manifestó con rotundidad durante una rueda de prensa desde la cama de su hospital en Granada. Pese a ser consciente de que la legislación no lo permite, exigió respeto a su voluntad que, dijo, tiene "clara" desde los 29 años.


La vida no vale nada
"Para mí la vida no tiene más sentido que el dolor y la angustia de ver que amanece un nuevo día para sufrir y esperar que alguien escuche, entienda y acabe con mi agonía", relató en una carta entregada a los periodistas en la ciudad andaluza.

"Mi vida está llena de vacíos, de silencio, es peor la soledad que el dolor físico", afirmó al diario madrileño El Mundo.

Aparte de la Asociación para Morir Dignamente, médicos, penalistas y el Comité de Bioética de Cataluña coinciden en que retirarle el respirador sería legal, acogiéndose al derecho a "rechazar un tratamiento médico".

Duerme poco, se siente cansada, le cuesta respirar y le duele "todo el cuerpo". Pero asegura que mucho peor que todo eso es la soledad. "No puedo hablar con nadie, nadie me entiende", confía.

Por su parte, la ministra de Sanidad, Elena Salgado, recordó ayer que la eutanasia no está legalizada en España y que las autoridades tienen que cumplir las leyes y exigir su cumplimiento.

A su vez, la consejera andaluza de Justicia, María José López, consideró que "no es mal momento" para abrir el debate social sobre la eutanasia, ya que, dijo, las situaciones que se están produciendo "no son aisladas", y muchos ciudadanos quieren tener una muerte digna.

"Creo que este debate social se tiene que producir y que el gobierno, en su momento, tendrá que meditar si puede impulsar una ley que regule el fallecimiento digno que muchas personas demandan", afirmó.

El caso de Echevarría recuerda al del tetrapléjico gallego Ramón Sampedro, quien durante décadas pidió morir y finalmente se quitó la vida envenenándose con la ayuda de una amiga.

Sin embargo, Echevarría rechaza una muerte así, ya que la agonía de Sampedro, recogida en un video mostrado en televisión, le pareció algo demasiado cruel.

Desde los 29 años Inmaculada vive una situación de absoluta dependencia. Sabe que su enfermedad no tiene cura y pide que respeten su decisión de morir porque es "libre" y "nadie tiene que meterse".

Según Inmaculada, aunque en la vida "hay que afrontar lo que viene y aceptarlo, yo no acepto que haya medios que mantengan mi vida", en declaraciones al diario español El País.

Asegura que nadie le hará cambiar de idea y que no tiene miedo a morir."Pido que se me ayude a morir libremente y sin dolor", asegura en una carta facilitada a los periodistas.

"Asumo mi enfermedad, pero no los métodos artificiales de alargarla de manera inútil, aumentando el dolor y desesperación que ya sufría y que esperaba acabaran con la muerte natural".

En este sentido, lamentó que hace nueve años, cuando la musculatura de su caja torácica dejó de funcionar y ante el peligro de muerte a corto plazo, el equipo médico que en esos momentos la atendía decidiera practicarle una traqueotomía y engancharla de por vida a un ventilador mecánico, en contra de su voluntad.

"La tristeza se apodera de mí cuando pienso en mi situación y en todo lo que quiero decir y nadie me entiende. Entonces sólo me queda llorar. Sé que es difícil ponerse en mi lugar pero os pido que lo intentéis", concluyó Inmaculada Echevarría.
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"La vida no tiene más sentido que esperar que alguien acabe con mi agonía", dijo.

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