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 sábado, 16 de septiembre de 2006  
Jardinería profesional en edificios

Luis Fuster, Gabriel Rinesi y Marcelo Serra (*)

En los últimos años ha crecido la demanda de diseños orientados a incorporar paisajes de tipo tropical. Los viajes, los libros, la web y otros medios influyeron en los gustos del público haciendo que la tendencia en el armado de un alto porcentaje de espacios verdes, deba seguir la línea de las especies que pueblan las selvas tropicales y esto es especialmente marcado cuando se planifican parquizaciones en espacios verdes de nuevos edificios, sobre todos los que poseen un espacio común disponible. Cabe aclarar que sigue "pisando fuerte" la moda de las gramíneas, no obstante se percibe una vuelta a la sensación de libertad y soltura que producen las palmáceas que pueblan los trópicos.

Es posible lograr en poco tiempo un jardín nutrido con estas plantas apreciadas en todo el mundo ya que siempre recuerdan lugares paradisíacos. Para crear un jardín tropical tenemos que contar con un sitio no necesariamente expuesto a pleno sol, dado que algunas especies pueden crecer con reducida incidencia lumínica como ocurre en la selva, donde se desarrollan bajo grandes árboles, asemejándose al hábitat natural de donde provienen, el sotobosque.

Otras requieren de la exposición solar directa y nutrientes para evolucionar. Una vez diferenciado el espacio, debemos obtener un suelo rico en elementos minerales y con un excelente drenaje. Esto puede lograrse artificialmente mediante diversas técnicas de construcción y fertilización.

Las palmáceas juegan un papel primordial en el diseño estructural ya que su tamaño y belleza otorgan al lugar un marco especial, generando movimiento, texturas variadas y gracia natural. Una ventaja adicional de las palmeras es que soportan trasplantes aunque tengan gran tamaño, acelerando la visualización esperada del paisaje buscado.

En cuanto al desarrollo del jardín, si logramos un "techo natural" generando distintas alturas de tronco y follaje, podremos crear debajo y alrededor de las mismas una secuencia alternada de especies, tales como Phoenix roebellinii, Howeas, Chamaerops, Chamaedoreas, Latanias, Seaphortias y otras no palmáceas como Aralias, Hebes, Lamium, Soleirolas, Hiedras ,Tradescantias e Impatiens que irán conformando un lugar rico en variedad y color.

La combinación de especies debe contar con elementos de otro género como rocas y troncos, y la inserción de espejos de agua en movimiento puede enriquecer el sector aprovechando para rodear el lugar con Dracaenas, Helechos y Philodendrons, entre otros.

En muchos casos no se aplica correctamente la técnica de plantación y cuidado posterior, en consecuencia, los resultados no se obtienen o los ejemplares demoran un tiempo considerable hasta recuperarse y mostrarse esbeltos.

Existen contados proveedores que manejan adecuadamente las palmeras, que deben ser provistas con un cepellón o pan de tierra lo más grande posible de manera de conservar la mayor parte del sistema radicular (en general vienen con un "muñón" en lugar de una cabellera bien formada de raíces).

Otros aspectos fundamentales son: la época de trasplante, el tiempo que transcurre entre la extracción y su plantación, el tratamiento posterior de raíces y follaje, el manejo del follaje en la plantación y el cuidado post-plantación. Existen diferentes requerimientos según la especie de qué se trate, pero en líneas generales, son válidos los parámetros mencionados, considerando que las especies de mayor demanda son Arecastrum romanzoffianum (Pindó), Phoenix canariensis , Butias , algunos Trachicarpus y Chamaerops.

Según el microclima logrado en cada edificación, es posible incorporar algunas exclusividades que no prosperan en jardines abiertos (Caryotas, Saephortias y otras de gran belleza).

Más allá de las especies es necesario mencionar que lo más importante es desarrollar acertivamente la propuesta paisajística, es decir, llevar a tierra una nueva identidad, darle al lugar carácter y generar una "personalidad" que lo haga singular. Esto creará una opción atractiva.

Es necesario obtener una imagen virtual en la mente que actúe simulando los cambios que se van a realizar y visualizar el lugar con las nuevas ubicaciones e incorporaciones. Lo más importante es tener claro "el nuevo paisaje" para que la mente trabaje como un programa de diseño a medida. Hay que reflejar en el proyecto lo que va a ocurrir en la realidad.

La elección y combinación de especies con la integración de elementos tales como espejos de agua, rocalla, madera, sonidos y brisas se fusionarán para llegar a obtener una danza de colores, siluetas, texturas y aromas que pueden dar al lugar características únicas.

No es la suma de especies lo que madura y hace realidad estos aspectos, si no la forma cómo se combinan sus valores ornamentales-funcionales, y esto en íntima relación con la arquitectura del lugar y aquella que pueda incorporarse como parte del diseño propuesto.

Mayor información en www.fusteryasociados.com.ar


(*) Fuster es ingeniero agrónomo, Rinesi es diseñadora de espacios verdes y Serra es paisajista


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