Año CXXXVII Nº 49234
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
El Mundo
Opinión
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Escenario
Educación
Estilo


suplementos
ediciones anteriores
Salud 13/09
Turismo 10/09
Mujer 10/09
Economía 10/09
Señales 10/09
Educación 09/09
Página Solidaria 06/09
Palabras más 02/09
Autos 24/08
Estilo 19/08

contacto

servicios
Institucional


 sábado, 16 de septiembre de 2006  
Yo creo
"La ilusión de viajar por televisión"

Ricardo Luque / Escenario

Con el certificado de defunción del "uno a uno", se terminó el sueño de viajar por el mundo de la clase media. Pero no la nostalgia por los lugares que se visitaron en aquellos tiempos dorados. Y es por eso que, cuando se asoma la nariz a los paisajes que se tuvo la fortuna de conocer, ya sea en una foto o en la pantalla del televisor, se siente el corazón con agujeritos. Sucede a menudo, cuando se surfean los canales de cable, cómodamente sentado en el sillón del living, control remoto en mano. Ahí están las series americanas para recordarnos que Miami Beach no es un decorado de cartón piedra montado en Hollywood. No. Para nada. Es una playa de arenas blancas, con palmeras altas y autos deportivos veloces, conducidos por latinos de piel oscura y gruesas cadenas de oro colgadas al cuello. No importa si es "División Miami" por alguno de las señales que reciclan títulos viejos y los venden como clásicos o "C.S.I.", es lo mismo, el paseo por Coconut Grove o Coral Gables es igual de encantador. Nada es mejor que cruzar el Central Park de Nueva York con el taconeo de las chicas de "Sex in the City" en las espaldas, o perderse en el laberinto de Tribeca, el barrio que creció a la sombra de los atentados a la Torres Gemelas, con un disco recomendado por Tom Farrell, el ejecutivo sensible de "Love Monkey", sonando al palo en el I-Pod. Quién se puede resistir a tomarse una jarra de cerveza en el bar de "Cheers" mientras se contempla por la ventana la verde arboleda bostoniana de Beacon Hill y la voz estridente de Sam Malone resuena en la barra. Hay una promesa de diversión mejor que sentarse a charlar con Sean Cole y Cayman Bishop, los detectives de "The Evidence", en alguno de los barcitos de las cercanías del Barrio Chino, en San Franciso. Puede ser. Quizás correr en una cuatro por cuatro por las autopistas de Los Angeles con Jack Bauer al volante y apenas "24" horas para desactivar una bomba atómica sea más excitante. Puede ser. Pero no más que Sydney Bristow, la espía melancólica de "Alias", y no importa si está en Washington, Moscú o La Habana. Es lo mismo, Con ella, lo único que no importa es el viaje.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


cartelera

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados