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 sábado, 09 de septiembre de 2006  
El mito de Mao a 30 años de su muerte
Su figura sigue siendo idealizada sin importar los millones de chinos que murieron bajo su dictadura

Andreas Landwehr

Pekín. - Al final, Mao Tse Tung sufrió esclerosis lateral amiotrófica. El hombre de 82 años yacía en un edificio sencillo apenas identificado como "202" en el centro del poder Zhongnanhai, en el corazón de Pekín. Ya no podía comer ni hablar bien. "Me siento muy mal. Llama a los médicos", lo citó su enfermera, una de sus tantas ex amigas, antes de que Mao perdiera finalmente la conciencia. Diez minutos después de medianoche -exactamente hace 30 años, el 9 de septiembre de 1976- moría el dictador que, debido a que fue responsable de la muerte de tantos millones de personas, ha de ser considerado uno de los tiranos más crueles del siglo XX.

Pero idealizado como "gran timonel", tres décadas después su retrato sigue colgando en el ingreso al palacio imperial. Su cabeza decora los nuevos billetes del país de la maravilla económica, que hace tiempo sepultó sus ideales radicales y se entregó al capitalismo.

Sigue habiendo largas filas ante el mausoleo de Mao en la plaza de Tiananmen. Hasta la actualidad, millones de personas peregrinaron junto a su cadáver embalsamado en el sarcófago vidriado. Los amuletos Mao cuelgan del espejo retrovisor de los taxis en Pekín con el supuesto fin de proteger de accidentes al conductor y a los pasajeros. Su imagen como prendedor decora tanto a punks chinos como a turistas extranjeros.

El mito vive, sin importar cuánta gente durante el régimen de Mao sufrió la muerte, la persecución, la tortura, el deceso por inanición o la encarcelación. Incluso los recientes cálculos en la nueva biografía de Mao de la autora Jung Chang y su esposo, el historiador Jon Halliday, que en Occidente desató un acalorado debate, parecen no caer en terreno fértil en China. Si bien el libro está prohibido, a diferencia de otros textos prohibidos, éste se consigue como traducción en la clandestinidad.

La pareja de autores calcula que Mao es responsable de la muerte de 70 millones de personas, sencillamente un asesino en masa. Considera que no lo impulsó la ideología comunista, sino una ilimitada ambición de poder.

Jung Chang, cuyo libro "Cisnes Salvajes" fue traducido a 30 idiomas, trabajó durante 12 años con su marido en este texto sobre Mao. Desmontan la leyenda de Mao de una manera que en vistas de una objetividad distanciada de algunos historiadores y de la acrítica admiración en Occidente casi parece necesaria y benéfica.

Hasta Andy Warhol erigió a Mao en ícono pop, ¿pero quién hubiera salido a la calle luciendo una camiseta con la estampa del retrato de Adolf Hitler?

Pero la cúpula china no quiere que se revisen los horrendos crímenes del gran presidente. El Partido Comunista todavía precisa a Mao. Hasta el día de hoy le da identidad a la nueva China. "Un 70% bueno, 30% malo", fue en 1980 la pragmática sentencia de su sucesor Deng Xiaoping.

Una "desmaoización" conmocionaría el poder del Partido Comunista. Entonces la cuestión queda en una mirada glorificada de la propia historia dolorosa. (DPA)
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Un mural del "gran timonel" en Pekín.



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