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 sábado, 09 de septiembre de 2006  
Yo opino
Enseñar el pasado

Por Andrea Ludueña (*)

Cada vez que se habla de la dictadura en la escuela, no hay una sola opinión, así como no la hubo cuando se comenzó a trabajar en el Centro Cívico por la Memoria. Las justificaciones siempre giran en torno a lo mismo: algunos afirman que no vale la pena reabrir viejas heridas y, que seguir enseñándoles a los jóvenes acerca de este tema, sólo aumenta la falta de respeto o el odio hacia la institución militar. Otros concuerdan con la importancia y la necesidad de educar teniendo en cuenta que es imprescindible tener memoria.

Si bien es cierto que al estudiar estas cuestiones, a todos nos rodean sentimientos, esto no podrá cambiar, no se puede deshumanizar a alumnos y profesores para que planteen objetividad cuando hablen de este tema, porque se trata de asesinatos, de torturas, de censura. Pues hay que recordar que atrás de lo ocurrido había seres humanos, más o menos humanos, buenos o malos, víctimas o victimarios.

La importancia de aprender y de reflexionar sobre este tema recae justamente en eso, en que hablamos del pasado de personas, hablamos del pasado de un país, hablamos de parte de nuestro pasado. Y si estudiamos sucesos históricos tan antiguos como la vida misma, ¿por qué no vamos a estudiar éste que fue tan importante, que nos marcó, que cambió completamente al país y que modificó a la sociedad argentina? ¿Por qué no debemos conocer la verdad? ¿O es que acaso los militares no se propusieron evaporar nuestros valores enseñándonos a prejuzgar con frases como: "Algo habrán hecho", "no te metas", etcétera? ¿Acaso no pisotearon la democracia, acabando con conceptos como la libertad de expresión, participación, ciudadanía, y anulando los partidos políticos? ¿Acaso no quedan hoy consecuencias visibles de su accionar?

Estas son las razones para que se indague sobre la dictadura de 1976 en las escuelas, que el país cree anticuerpos, que no deje que vuelva a pasar, que los jóvenes reconstruyamos el idealismo, que retornemos a la vida política, que volvamos a creer en el significado de las palabras convicción y valor.

Sé que a algunas personas les duele recordar este tema, pero con todo el respeto que ellas merecen, les digo que deberían analizar cuánto más les dolería a esas personas que lucharon y murieron por sus ideales, o sólo porque les quitaron el derecho de expresar su oposición, si no se les recordara, si se dejara que todo por lo que lucharon quedara en la nada.

Por eso es importante que enseñen, que nos enseñen, para construir un país donde nosotros, que somos el futuro, sepamos que podemos renacer de las cenizas, sepamos reconocer nuestra fortaleza, sepamos razonar, sepamos que si miramos para atrás contaremos con un mapa que nos dirá en qué dirección debemos continuar.

(*) Tiene 17 años y recibió el segundo

premio en el certamen Escuela y Memoria.
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