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domingo,
03 de
septiembre de
2006 |
Jujuy: toreo en la arena pero sin sangre
Una multitud honró a la Virgen de la Asunción y compartió el espectáculo taurino en Casabindo
Como todos los años Casabindo, el pequeño pueblo de la puna jujeña, albergó el 15 de agosto último a peregrinos y turistas arribados de localidades cercanas, provincias de la región y de diferentes países para celebrar las honras a la Virgen de la Asunción, patrona del centenario poblado.
En una jornada donde el sol y el viento se hicieron sentir, alrededor de 8.000 personas de orígenes muy diferentes, confirmado por sus rasgos, el color de su tez y la manera de hablar, acompañaron a los lugareños en esta fiesta tan especial y tan particular que atrae por la cultura del lugar, su gente, sus tradiciones y mitos.
Las actividades comenzaron muy temprano, con una misa que congregó principalmente a los misachicos y las numerosas bandas de sikuris llegadas desde pueblos vecinos, mientras que al arrancar la mañana, en el centro de la Plaza Pedro Quipildor se izó el Pabellón Nacional y se entonaron las estrofas del Himno Nacional.
Con la presencia de autoridades del gabinete provincial, el intendente de Abra Pampa, Herman Zerpa, dio la bienvenida a todo el público y se refirió al fuerte significado que tiene esta celebración para el pueblo de Casabindo. "El Toreo de la Vincha es un acontecimiento especial que representa la profunda fe de los casabindeños, ellos torean con toda su fe en la Virgen ya sea para cumplir una promesa o para pedir o agradecer a la Señora los favores concedidos".
Luego de celebrada la misa central en la iglesia de Casabindo -declarada hace más de cinco décadas Monumento Histórico Nacional- se cumplió con la procesión por las calles del poblado, encabezadas por bandas de sikuris, samilantes, "toritos", "caballitos", las parejas de cuarteras, promesantes y el público en general, portando las sagradas imágenes.
Más tarde, el momento esperado por todos, llegó el toreo de la vincha. Improvisados toreros llegados de Tusaquillas, Cieneguillas, La Quiaca, Abra Pampa, San Salvador de Jujuy y otros pueblos vecinos, algunos expertos y otros audaces, se agruparon alrededor del tradicional ruedo, la Plaza Pedro Quipildor, para lidiar con una docena de toros.
Los espectadores, entre sorprendidos y maravillados, disfrutaron el singular espectáculo y fueron muchos los aplausos y los vítores cuando los toreros, armados solamente de un poncho rojo, vestidos con zapatillas, jeans y en algunos casos, bombachas gauchas, jugaban con las bestias y lograban arrebatarle de entre sus cuernos la vincha adornada con monedas de plata.
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