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 domingo, 03 de septiembre de 2006  
Debates
Obra en construcción
Sergio Raimondi y Horacio Tarcus reivindicaron los valores actuales de la historia en el ciclo "Los escenarios de la memoria"

Osvaldo Aguirre / La Capital

El archivo como una construcción viva y abierta, ligada al presente en tanto caja de resonancia de conflictos y tensiones, y a la vez como un instrumento de crítica e investigación. Esas y otras concepciones quedaron planteadas al cabo del debate sobre "El archivo y la concentración de la memoria", realizado la semana pasada en el Centro Cultural Parque de España, con la participación del escritor Sergio Raimondi y el historiador Horacio Tarcus.

El encuentro, que tuvo lugar en el marco del ciclo de conferencias "Los escenarios de la memoria" y fue coordinado por Cecilia Vallina, supuso confrontar dos experiencias singulares respecto en trabajos de archivo: el que realiza Tarcus en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina (Cedinci) y el desarrollado por Raimondi en el Archivo Oral del Museo del Puerto de Ingeniero White, en Bahía Blanca.

Horacio Tarcus, actual subdirector de la Biblioteca Nacional, relató su experiencia en esa institución, donde se desarrolla un trabajo de catalogación de archivos donados por particulares, pero sobre todo se refirió al Cedinci. Comenzó preguntándose sobre la necesidad de ocuparse de la memoria. "Soy de izquierda -dijo-, y la izquierda siempre estuvo cargada más de un espíritu futurista que nostálgico".

A partir de 2001 se incrementaron las ventas de bibliotecas y archivos a librerías de usados y sobre todo a los centros universitarios europeos y norteamericanos. "El archivo es siempre una construcción humana, y en la voluntad de archivo está siempre la amenaza de la pérdida", dijo Tarcus, para plantear "el trabajo de archivo como política de la memoria".

En ese sentido destacó la respuesta del público ante la creación del Cedinci y "la perspectiva de los donantes" de bibliotecas y archivos que "restituyen un espíritu de legado que había entrado en crisis".

Tarcus señaló que ante "el peligro del quiebre de las generaciones, especialmente cuando media una represión y una derrota, como ocurrió en Argentina", el Cedinci se propone "crear las condiciones para restablecer una mediación, a través de ese espíritu de legado", que supone "que las nuevas formas de militancia se recuperen en las experiencias del pasado".

"Esto implica aceptar que hubo un corte -agregó-, pero también una esperanza, la de que alguien reciba y lea ese legado". El archivo constituye "un trabajo sobre el presente: nuestro esfuerzo como archivistas es mostrar cómo ese pasado está presente y cómo es necesario recordar para que las jóvenes generaciones, como decía Primo Levi, estén alertas".

Previamente, Sergio Raimondi sostuvo que uno de los ejes de su trabajo en el Archivo Oral del Museo de Ingeniero White pasa por la interrogación "de los modos posibles en que un archivo intervenga en el presente". El escritor bahiense desplegó su intervención a partir de una oposición formulada por Friedrich Nietzsche -y retomada por Michel Foucault- entre "la perspectiva de las ranas" y "la mirada del águila", proponiendo leer allí "una disputa entre los términos de la historia".

La figura del águila, dijo, "da cuenta de un historiador que está en las alturas, más allá de la historia propiamente dicha, mientras que la perspectiva de las ranas se sitúa a ras del suelo, repone la historia sostenida en la tierra". Mientras la primera "habla de una historia que trabaja con la panorámica, con la ficción de la totalidad y las esencias", la segunda concierne a "detalles, singularidades, interrupciones" y "se hace cargo de lo concreto".

"Para mí -destacó Raimondi- la perspectiva de las ranas repone el núcleo de materialidad de las lenguas, que impiden una mirada transparente y generan una opacidad que hay que enfrentar".

Las voces del Archivo Oral de Ingeniero White "se recortan frente a un relato mayor, que es básicamente el relato económico". Una historia que cambió de curso a principios de los años 90, con las privatizaciones y otros hechos de alto impacto en la vida de los bahienses, como la desaparición de la Junta Nacional de Granos.

Raimondi citó a Atilio, un ex buzo del puerto, poseedor de "una memoria del territorio, una memoria del cuerpo", puesta a prueba cada día en el trabajo que realizaba en la ría de White y definió el trabajo del archivo oral en oposición a los relatos mediáticos, como un intento de "generar noticias que se vuelvan memorables".

"Buena parte de las inquietudes políticas de los últimos tiempos devienen museo", dijo Raimondi y particularizó en el caso de antiguas fábricas que "ahora son bibliotecas, centros culturales, archivos: lugares donde el museo señala lo que está terminado".

En una línea coincidente, Tarcus había citado a Andreas Huyssen. El pensador alemán observó que "el mundo se está musealizando", en un proceso donde "la meta parece ser el recuerdo total" y surge al menos un interrogante: "cuando pase el boom de la memoria, ¿habrá alguien que recuerde algo?".

En ese sentido Raimondi retomó una idea de Antonio Gramsci, según la cual "la historia involucra a los hombres vivos, remite a lo que se está haciendo", para plantear que "la historia no es el dominio de lo muerto, por eso es también una herramienta de intervención".
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Tres voces. Tarcus, Raimondi y Vallina en la sala de conferencias del Parque España.

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