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domingo,
03 de
septiembre de
2006 |
Reflexiones
El que tenga la mejor propuesta
Carlos Duclós
Se puede estar de acuerdo o no, se puede repudiar la circunstancia o aceptarla sin más, pero lo que no se puede es obviarla, borrarla de la escena. Está instalada esa realidad: la campaña electoral ya comenzó. Comenzó en todos los órdenes, nacional, provincial y municipal y tiene como protagonistas a personas de todas las corrientes políticas. De una u otra forma, se suceden los actos proselitistas. Los gobernantes con sus discursos propagandísticos y los opositores políticos, con sus críticas las más de las veces dirigidas a denostar al adversario antes que a corregir errores, lo cierto es que casi todo el espectro político está comprometido en la competencia.
Supone un gran error, por parte del ciudadano común, no prestar atención a lo que se dice y a lo que se hace en el escenario político. Es una suerte de irresponsabilidad no observar, con detenimiento, la actuación de cada protagonista. Las acciones, los dichos y otros mensajes de diversa índole, como actitudes espontáneas que la prensa suele reflejar, sirven para sacar conclusiones. Esta tarea es la que permitirá elegir a lo mejor, o, en un país en donde la oferta no se caracteriza por la excelencia, lo menos malo al menos.
"En el supermercado de la política no abundan los individuos decentes, lúcidos y al mismo tiempo con carácter de hombres de Estado. Aunque nos duela, es el resultado de la Argentina de donde venimos de inmediato, y llevará tiempo formar, dar ejemplos y hacer lugar a nuevos dirigentes con dichos atributos". El pensamiento le corresponde al ex canciller, actual diputado nacional y candidato a gobernador, Rafael Bielsa, y fue manifestado en una entrevista reciente. Bielsa tiene razón, mucha razón y es menester decir que tanto ha descendido el nivel intelectual de los políticos, que el electorado se ha visto en la obligación, repetidamente, de optar por aquello que parece como algo que, al menos, no provocará un daño mayor al ya alicaído y "archiherido" espíritu del ser argentino. La frase que se ha hecho tristemente célebre antes o inmediatamente después de cada elección es: "Al menos es honesto".
Este conformarse con lo menos dañoso, ha llevado a la sociedad argentina a un estado de calamidad tal que sorprende a quienes aún mantienen su capacidad de asombro. Claro que también están los otros electores, los ideólogos-dependientes, aquellos que elegirán a lo no recomendable por un falso concepto de lealtad, sin reparar en que este camino no puede sino llevar a la sociedad a un desastre aún mayor. Lo que parece bastante cierto, es que en un supermercado político en crisis -para usar la terminología empleada por Bielsa- sustentar estos extremismos es una forma de suicidio y homicidio social.
Desde luego que no se puede adjudicar al ciudadano común la responsabilidad por el hecho de que en las góndolas políticas no existan productos de mayor calidad. El sistema ha hecho bien las cosas para no posibilitar recambios, para impedir que los honestos y lúcidos, los buenos y talentosos, tuvieran más oportunidades de participar en la acción de gobierno. ¿Acaso no los hay? Por supuesto que sí, pero no abundan. Hace muchos años atrás (algunos lo recordarán) quien era candidato a gobernador, por ejemplo, tenía la obligación moral de elaborar un plan de gobierno que contemplara no sólo los proyectos en materia de educación, producción, salud, etcétera, sino las formas de encararlos. Tal plan hasta era editado y distribuido entre los medios para que éstos los transmitieran a la sociedad. Esa forma de hacer conocer la llamada plataforma política fue reemplazada luego por una más ágil, más "vendedora", pero a la vez más mentirosa. El discurso de campaña era aprovechado por el candidato, que desplegaba una abundante ristra de promesas, para anunciar sus fantásticas propuestas. Claro que luego, y como todos lo saben, jamás pasaban de ser fantásticas ilusiones.
Edición en las paredes
Hoy la degradación es tal que a los candidatos sólo se los conoce por las pintadas en las paredes, por las críticas a sus adversarios o por algún acto político de paupérrimo nivel que puedan realizar con miras al 2007. ¿Proyectos? Poco y nada.
A veces la pobreza de ofertas es tan notoria, las ideas tan vagas y las propuestas tan inexistentes, que algunos candidatos, de cuya honestidad no puede dudarse, sólo atinan en los foros a dar muestras de sinceridad al reconocer que del tema que se les pregunta no saben absolutamente nada. No es del caso dar ejemplos concretos, pero sí es menester advertir que estas cosas, aunque cueste creerlo, ocurren.
Como ocurre también que se macanea de lo lindo en las paredes; muros que parecen verdaderas ediciones de la fantochada. Palabras que sugieren conocimiento de la realidad, aunque el conocimiento del candidato sea escaso o nulo; eslogans que pretenden ser atractivos, pero que en muchas ocasiones son más ahuyenta votos que otra cosa; frases consabidas; promesas calcadas de pretéritas campañas; lugares comunes y una cadena de nombres y cargos a veces adornados con un flojo adjetivo, que anima a los pelos de los lectores de tales ediciones a ponerse de punta.
¿Quién habla de seguridad, de empleo, de salud, de educación, de mejorar la producción de la provincia? ¿Quién dice cómo se alcanzarán las metas propuestas? Pocos, porque hay una pléyade de candidatos cuya única meta es sentarse en el sillón de la Casa Gris ¿Lo demás? Lo demás se verá. Lo cierto es que mientras unos poquitos candidatos hablan de qué hacer frente a determinados temas que preocupan a la sociedad santafesina, otros se ocupan de mejorar su posición interna en el partido con miras a las generales o de mejorar su imagen con recursos que a la población no le sirven de nada. Así, si hay que hacer acto de presencia se hace, porque de lo que se trata, al fin y al cabo, es de mostrar el rostro aunque se carezca de ideas para mostrar.
Analizar para elegir bien
En este marco, la tarea del electorado debería ser sensata, concienzuda, desinteresada. Observar no sólo el nivel de honestidad de los candidatos (que debe ser condición sine quanon y no naturaleza determinante para ser elegido) sino el talento, el perfil de estadista, los proyectos para cada una de las áreas y formas de desarrollarlos. Sería importante, además, que cada uno de los protagonistas se prestaran a diversos debates públicos, de manera que el ciudadano pudiera comparar y concluir en consecuencia.
Es importante todo ello, porque en definitiva será la sociedad santafesina, a través del voto, la que elegirá buena parte del futuro de su vida ¡No es poco! Por eso, a propósito, nada mejor que recordar lo que decía José Ingenieros: "Cada uno labra su propia corona, cada quien es hijo de sus obras".
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