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domingo,
03 de
septiembre de
2006 |
Cuidado del medio ambiente
Una problemática que comenzó como una cuestión regional, terminó en los tribunales de La Haya, gracias a que personas comprometidas con el medio ambiente y la salud decidieron actuar. Habría que reconocer que no es sólo una cuestión que nos compete a los argentinos; las consecuencias de la desatención del cuidado de la naturaleza se padece a nivel mundial.
La mayoría está en contra de la construcción de las papeleras aunque algunos grupos desestiman inconvenientes o consecuencias nocivas, centrándose sólo en los beneficios de contar con una nueva fuente de trabajo. ¿Por qué ese apasionamiento que nos lleva a tomar partido sobre injusticias distantes (sin desestimar su importancia) y nos cuesta tanto trasladarlo al ámbito en el que vivimos?
Nos jactamos de saber qué países europeos son más limpios que el nuestro, incluso vemos con admiración que se los multen si no cuidan la limpieza de sus ciudades, y no somos capaces de llevar a la práctica un hábito que nos favorecería a todos. Nos conformamos con una postura costumbrista para no cambiar nada.
Hechos de tanta relevancia como la construcción de las papeleras en Fray Bentos debería llevarnos a tomar conciencia y conversar con nuestros hijos sobre las ventajas de vivir en una ciudad limpia, de pasear por un parque o una plaza y dejarlo en condiciones de ser admirado y disfrutado por todos, de visitar un lugar turístico y reconocerlo como patrimonio cultural. Respetar un espacio público es respetar a los conciudadanos, a los turistas y también a nosotros mismos. O sea, manifestar que somos personas educadas y respetuosas. Es ser ciudadanos.
Ese tiempo que dedicamos a recrearnos con nuestros hijos, puede convertirse en óptimo para dialogar con ellos respecto de un tema relegado, y probar con nuestro ejemplo que no sólo somos personas de buenas intenciones, sino protagonistas del progreso y la buena educación.
Alicia Caporale
Licenciada en educación
[email protected]
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