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domingo,
03 de
septiembre de
2006 |
Esa capacidad llamada fuerza interior
Aunque todos tenemos en mente ejemplos, próximos o lejanos, sobre lo que significa mostrar fuerza interior, resulta difícil poner en palabras en qué consiste exactamente esa capacidad. Posiblemente se trate de una suma de ingredientes, tales como confianza en uno mismo, voluntad, constancia, esperanza, capacidad para actuar, resistencia y entrega. Esta mezcla es diferente para cada persona.
Decía Saint-Exupery: "El hombre se descubre a sí mismo cuando se enfrenta a los obstáculos". Es entonces cuando nos sentimos empujados a "bucear" en nuestro interior para sacar a la luz los recursos y capacidades buscando esa fuerza que nos permitirá seguir adelante.
¿Dónde reside esa fortaleza? Conocerse mejor, tanto en los puntos débiles como en los fuertes, ayuda a encarar las situaciones con una visión realista y efectiva. Algunos puntos que hay que tener en cuenta son:
u Expectativas realistas: a la hora de enfrentarse a retos es importante partir de expectativas que se correspondan con la realidad. En ocasiones se tiene una visión excesivamente fatalista, que incrementa el miedo y el estrés, mientras que en otras se percibe la situación de una manera excesivamente esperanzada, con lo cual uno puede exponerse a decepciones. Conviene procurar detectar cuál es la tendencia dominante para poder equilibrarla.
u Descubrir los propios talentos: todas las personas tienen aptitudes especiales. Conocerlas y apreciarlas resulta esencial para poder desarrollarlas y tener mayor confianza.
u Creer en los valores: uno se siente más íntegro cuando las acciones refuerzan y están en concordancia con los principios y valores que rigen la vida. En momentos especialmente difíciles, en que la fuerza flaquea, el único poder que se tiene es aceptar la situación. Sólo a partir de ese rendimiento cesan la lucha y la rabia contra la situación, de otra manera uno quedaría estancado en la impotencia y el sufrimiento.
Aceptar, sin embargo, no significa consentir, abandonarse o negar la herida o el reto. El problema existe, y uno no puede retroceder, aunque quiera, al lugar donde se hallaba antes. Se trata de saber qué hacer, y cómo convertirlo en una oportunidad para mejorar.
Muchas veces no podemos cambiar lo que nos toca vivir, porque con frecuencia la vida depara sorpresas poco agradables o plantea desafíos que asustan encarar. La fortaleza empieza a surgir cuando reconocemos lo que está sucediendo, e incluso con miedo, aceptamos esa prueba.
La fuerza interior no se descubre al inicio del camino, sino que se desarrolla y fortalece asumiendo los retos que surgen.
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