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lunes,
21 de
agosto de
2006 |
Insólito. Un niño de 11 años y su familia están en extrema indigencia en Crispi por un juicio trabado hace años
Son dueños de mucho dinero pero viven
en la pobreza porque no pueden cobrarlo
Les deben 400 mil pesos, pero la ley de emergencia que rige en la provincia les impide hacer efectiva la cifra
Luis Blanco / La Capital
Crispi.- Un niño de 11 años, dueño de una gran cantidad de dinero, vive junto a su familia en una situación de pobreza extrema debido a que la ley de emergencia que rige en el Estado santafesino le impide disponer de su fortuna. El insólito caso tiene como protagonista a un menor, de nombre Leonardo, que se hizo acreedor junto a su mamá y a los abuelos de una suma que ronda los 400 mil pesos, resultante de un juicio contra la comuna y la provincia, que se inició poco después de la muerte de su padre, en un accidente ocurrido en abril de 1995.
Su historia comenzó cuando los padres de Leonardo salieron de la pequeña población del norte provincial, Fortín Olmos, en busca de mejores horizontes. "No teníamos trabajo y resolvimos ir a buscarlo. Viajamos en colectivo de pueblo en pueblo hasta que llegamos acá. En la comuna nos dijeron que tendríamos ocupación y nos quedamos", relató la madre del niño, Olga Aranda.
Al día siguiente de haberse alojado en una casa precaria de Crispi, un pueblo a 21 kilómetros al oeste de Sastre, desde la comuna mandaron a llamar al padre de Leonardo, Anastasio Oscar Acevedo -de 21 años-, para que comenzara a trabajar. Debía ponerse al mando de un instructor del departamento Control de Plagas, dependiente de la Dirección de Sanidad Vegetal del Ministerio de la Producción de Santa Fe, para interiorizarse sobre los mecanismos para aplicar cebos con el fin de controlar cotorras, ave considerada una plaga y altamente dañina para los sembrados.
Poco después, en una jornada lluviosa, el hombre comenzó a trabajar aplicando veneno en los nidos que las cotorras habían construido en unos eucaliptos ubicados en el predio de una antigua feria de remate de ganado, a la vera de la ruta 65, frente al acceso principal a la localidad.
Según establecieron los peritos luego, debido a su inexperiencia Acevedo no pudo controlar la varilla telescópica de duraluminio que usaba para realizar la tarea. Se acercó demasiado a una línea de alta tensión y se electrocutó.
El fatídico suceso dejó desamparados a la concubina de Anastasio y a su pequeño hijo. "Tuve que trabajar en casas de familia, pero casi no me llamaban, en este pueblito hay pocas casas. Entonces tuve que salir a pedir, hacer changas y buscar la forma de seguir adelante. Fue muy duro", explicó la mujer, quien posteriormente recibió el beneficio de un plan social de 150 pesos. Años más tarde, Olga formó pareja y tuvo dos hijos con Sergio, que vivía de changas y juntos trataron de sobrellevar la situación. Hasta el lunes 14 de corriente trabajó como changarín en la compañía que construyó la ruta que une su pueblo con Sastre, Castelar y Las Petacas. "La obra está por terminar y estoy nuevamente sin trabajo", se lamentó el hombre que construyó su casa junto a Olga, en un terreno comunal.
Cuando LaCapital llegó a la vivienda, a media mañana de un día de frío intenso, Leonardo estaba descalzo y padeciendo dolor de muelas. Según contó Olga, "la situación es desesperante. No tenemos dinero para nada. Muchas veces no fue a la escuela porque no tenía ropa ni útiles. Ahora estoy tratando de juntar unos pesos para llevarlo al hospital de Sastre para que le saquen la muela", relató la madre.
La frágil casa está construida de material, pero tiene techo de chapas viejas. "Llueve adentro en todas partes", dijo la madre, y aseguró que Leonardo cuando habla del caso manifiesta que lo primero que hará cuando cobre será comprar una casa cómoda y costearse los estudios.
Mientras tanto la familia sigue esperando. Once años después del accidente que dejó sin padre a Leonardo cuando tenía pocos meses, aún no se hizo efectivo el pago del dinero que le corresponde, según el fallo del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Comercial y Laboral de San Jorge, dictado en 1999. Fueron demandados civilmente, el instructor Aníbal Lecruit de Sanidad Vegetal, la provincia de Santa Fe y la comuna de Crispi. Los reclamos contra este último organismo fueron desestimados, aunque las reiteradas diligencias que impulsaron los condenados no lograron revertir la decisión judicial y, en julio de 2005, la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial ratificó el fallo, e incluyó entre los condenados a la comuna local.
De ese modo, la comuna y la provincia son solidariamente responsables de pagar a los demandantes, Leonardo, Olga y los padres de Anastasio, María Luisa Altamirano y Oscar Acevedo -este último murió en este proceso por lo cual parte de su acreencia debe heredar Leonardo-, la suma de 379.842 pesos, según una liquidación practicada en noviembre de 2005. Con el cálculo de los intereses por el tiempo transcurrido hasta la actualidad, se estima que la cifra superará ampliamente los 400 mil pesos.
Al respecto, el representante legal de la familia, Antonio Vives, dijo que "por la ley de emergencia que rige en la provincia, el Estado está en virtual cesación de pagos. No se le pueden embargar sus bienes y no paga ningún crédito de juicio si no es mediante una anotación previa por la cual se debe incorporar la deuda al presupuesto del año siguiente. Se pagará, mediante una especie de turno, si alcanza lo presupuestado. De lo contrario, pasará a años posteriores".
"Mientras tanto, -siguió el letrado- el niño es dueño de una fortuna, pero vive en la más indigna pobreza, indigencia y abandono social, agobiado por las necesidades. Lo más grave es que se le niega la posibilidad de educarse y está desperdiciando un tiempo que no recuperará. Esto marca la diferencia entre que pueda mañana conservar su patrimonio o que lo dilapide".
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Fotos
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Leonardo y su madre aguardan que la comuna y la provincia les abonen 400 mil pesos.
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