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domingo,
20 de
agosto de
2006 |
Imperdible: las memorias de un gran actor
"Un productor me cuenta el argumento de una película. En un pasaje de la narración, suelto un aullido y no le dejo continuar. No puedo soportar el destino del personaje que tengo que interpretar en la película y al que yo day vida mientras escucho el argumento". La anécdota es una de las tantas pequeñas (o grandes) y fascinantes historias que prodiga Klaus Kinski en Yo necesito amor, un libro de memorias que acaba de reeditar Tusquets. Fallecido a los 65 años, Kinski propone en este libro un relato en el que la búsqueda artística y afectiva se confunden una y otra vez, para relevar la singularidad de un actor genial. "Mi hijo es mi vida -dice, en otro pasaje-. Es mi dios. Creo en su fuerza infinita. Creo en la magia de su amor. Es la encarnación del amor. La encarnación de la vida. La encarnación de la belleza. A través de él me salvaré y me curaré".
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