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 domingo, 20 de agosto de 2006  
Un restaurante donde se cocina la política peronista
Se trata de El General, donde conviven todos los sectores del PJ

Carlos Walter Barbarich / La Capital

En el corazón del centro porteño hay un lugar que, prima facie, se recorta del paisaje urbano de la zona como algo atípico: se trata de un restaurante o bar cultural al que sus cinco socios dieron en llamar El General, en obvia alusión al tres veces presidente Juan Domingo Perón. Un lugar temático -como prefieren denominarlo sus dueños- "para todos los compañeros de la Argentina". Ninguno de ellos tenía experiencia en gastronomía sino que venían del campo sindical.

El siempre convulsionado peronismo nunca se caracterizó por dirimir sus diferencias a los besos. Pero algo está claro, en El General conviven armoniosamente las distintas vertientes actuales, por lo que no es raro divisar entre sus 24 mesas a personalidades que responden a diferentes sectores.

Así pues, uno puede encontrarse con dirigentes sindicales (desde oficialistas a neo oficialistas u opositores, aunque quedan pocos), hasta duhaldistas, menemistas, adherentes a Rodríguez Saá y por supuesto a kirchneristas de la primera, segunda o tercera hora. Viejos ex montoneros suelen frecuentar el lugar y curiosamente ocupan el ala izquierda del amplio salón ubicado en avenida Belgrano al 500.


Candidatura al plato
Son habitués -por ejemplo- Juanjo Alvarez, Jorge Sarghini, Eduardo Camaño, Francisco De Narváez... y entre sus paredes no sólo elaboran menúes gastronómicos, en sus mesas se han cocinado variadas recetas políticas, como la candidatura presidencial de Roberto Lavagna.

"Más de una vez se originó alguna discusión pequeña entre sectores, pero nada del otro mundo", contó un parroquiano, para luego soltar una sonrisa cómplice y sostener que "la sola imagen del Viejo lima asperezas, y cuando la cosa se pone caliente se empieza a cantar la marchita y acabó el problema".

En El General abunda la iconografía peronista. Desde discos de vinillo con tangos de la época o la marcha peronista, pasando por los juguetes de los "privilegiados niños" de aquellos dorados años 40 o 50 hasta incluso la legendaria moto Puma que muchas veces promocionó Perón. Un gran cuadro del intelectual peronista Ernesto Jauretche se constituye en una pieza clave del lugar al igual que varios de Perón y Evita.

Jorge Biondo es uno de los cinco dueños del local que comenzó a funcionar hace un año. "Este proyecto que comenzó a pensarse hace unos años desde una lógica militante y a los fines de hacer conocer la historia de Perón y el peronismo", explica Biondo, y agrega: "Recién el año pasado pudimos cristalizarlo, y hasta hace poco trabajamos a pérdida desde lo económico".

Otro problema que debieron superar los socios conseguir un lugar para un emprendimiento de esas características. Capital Federal no es un distrito afín al peronismo, y menos el centro. A tal punto que, por pedido del consorcio del edificio que, debieron cambiar la fachada y sustituir las imágenes de Perón y Evita por la "flor del no me olvides", que representaba a la Resistencia Peronista de los años 50 en adelante.

"El antiperonismo no es una historia vieja y nosotros lo vivimos cuando buscábamos locales para alquilar y nos rechazaban la propuesta cuando decíamos de qué se trataba. Parece mentira, pero la vieja antinomia peronismo-antiperonismo está tan viva como hace cincuenta", se lamentó Biondo.

La especialidad de la casa -no podía ser de otro modo- es el asado, y los dueños no se privaron de chicanear con su plato preferido. En la carta se anuncia que la parrilla es "al parquet" (material con el que, según los gorilas de antaño, los cabecitas hacían los asados) y que los niños ("los únicos privilegiados") no pagan postre. La mayoría de las fotos que decoran el lugar pertenecen al Archivo General de la Nación, aunque también "hay mucho material donado por los compañeros", explica Biondo.

Incluso algunos de los bustos o cuadros fueron rescatados por militantes que en 1955, tras la Revolución Libertadora que derrocó a Perón, tuvieron que esconderlos de la furia antiperonista que predominaba en las fuerzas militares.

"La idea no es volver 60 años atrás y ser nostálgico de un tiempo que pasó. Pero está claro que cuando viene gente que vivió esos años, la emoción los domina; lo notamos cuando recorren el restaurante para ver lo que tenemos expuesto", explica Biondo.


Sala de exposiciones
El General no es sólo un proyecto gastronómico, en sus salones también se organizan charlas, muestras y exposiciones que tienen que ver con los diez primeros años del peronismo: 1945-1955. "Cualquier compañero dispone del lugar para hacer sus reuniones o sus actos; no pertenecemos a ningún sector en especial, más allá de que cada uno tenga sus propias simpatías", dice Biondo.

Hoy El General es un proyecto económico rentable aunque para ello tuviera que atravesar un año de "sequía". Sin embargo eso no los contenta a los militantes, que van por más: "Queremos realizar giras por el país y mostrar todo el material que tenemos de aquella época; incluso partes de una pequeña camioneta construida durante el gobierno de Perón y que se llamó la Justicialista".

El proyecto no tiene como eje de atracción al turismo internacional. "No nos interesa, porque el objetivo no es hacer caja, sino que es otro, vinculado a la militancia. No nos interesa el aluvión de turistas extranjeros que bajan de una combi y vienen a ver como cantamos la marcha peronista o como somos los peronistas", plantea Biondo.
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De Narváez, Alvarez, Sarghini y Camaño, típicos habitués de El General.



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