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 domingo, 20 de agosto de 2006  
Viajeros del tiempo

Como quien extirpa un cáncer. Un diario de Tucumán nos arroja a la cara las siguientes amargas verdades sobre nuestra juventud: “Un viejo observador decía días pasados en una avenida de la plaza Independencia: «Miro a esos jovencitos que pasan llenos de humo y me dan lástima. Frívolos, sin ideales, pasan la vida sin darse cuenta de lo que son y de la misión que deben cumplir. Su expectativa es un empleo, levantarse tarde, trabajar poco, pasear y gozar». Y a fe que tenía razón el veterano. Mientras ellos viven reducidos a una vida sedentaria y en ciertos casos hasta licenciosa, las riquezas del país se encuentran en brazos extranjeros. La agricultura se reduce al poco de trigo que siembra el inmigrante; las industrias se desenvuelven en manos del pioneer extranjero, y el comercio todo lo constituyen firmas que no son argentinas. Los hijos del país están empleados, son la casta sacerdotal de la India que pretende vivir del sudor ajeno, de la iniciativa ajena y hasta de la infelicidad ajena. Y estas ideas andan en el aire, se han alojado en todas las cabezas. Habría que arrancarlas con pedazos de cerebro, como quien extirpa un cáncer”.

La invasión que vino desde el aire. Desde distintos puntos de la provincia nos llegan telegramas alertando sobre el gravísimo peligro que representa para nuestros cultivos las inmensas mangas de langosta voladora que se han avistado. Una manga se dirige al sud este y otra marcha de norte a sur. Esta última, que tendrá una extensión de diez leguas y media, se subdividió y fue a asentarse en Romang, donde no tardó en consumar su obra de devastación. Otra manga colosal pasó por el Chaco santafecino desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde, y en las fronteras con Santiago y Córdoba el acridio avanzó en gruesas masas en una extensión de cinco leguas. Entre las medidas adoptadas para combatir la invasión se encuentra la distribución de antorchas con alquitrán para hacer resistencia en los puntos amenazados, y el ministerio de Agricultura reconoció que es impostergable la ampliación de las campañas de extinción.

El microbio del habano. Se acaba de descubrir un nuevo microbio, el microbio del puro, del tabaco habano. El que crea que el aroma particular tan estimado de un buen habano se debe a las hojas, al clima o al cultivo, está en un error. Lo que constituye la superioridad de los “Flor de Cuba” es, sencillamente, un microbio. Un bacteriólogo inglés, Mr. Charles Nuttal, acaba de demostrarlo. Se comprende fácilmente el alcance de este descubrimiento: cultivado ese microbio y contagiando con él las hojas de otros tabacos, podrían éstos convertirse en cigarros de primera calidad. Con una especie de vacuna, un “Verdugo” quedará transformado en un “Villar”, y éste en un “Corona” o en un “Hoyo de Monterrey”. ¡Alguna vez habían de ser útiles los microbios!

Investigación y realización Guillermo Zinni ©

Fuente: La Capital
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