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miércoles,
19 de
julio de
2006 |
Escalada bélica. La "guerra" entre el premier israelí y el líder de Hezbolá
Dos visiones antagónicas
sobre el conflicto que
enluta a Medio Oriente
Sus decisiones afectarán a millones de personas
Luke Baker
LUKE BAKER
Jerusalén.- Los dos hombres al frente de cada lado de la espiral de guerra entre Israel y Hezbolá nunca se han conocido, probablemente nunca lo hagan y no podían ser más diferentes ideológicamente. Pero las decisiones del primer ministro israelí, Ehud Olmert, y del líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, afectarán a millones de personas en sus países y más allá de sus fronteras, mientras se profundiza la confrontación.
El conflicto, que comenzó cuando Hezbolá capturó a dos soldados israelíes en una incursión en la frontera, está más allá de las personalidades, pero refleja un enfrentamiento de visiones entre dos hombres determinados a reformar la región a su gusto.
Para Olmert, un ex alcalde de Jerusalén de 60 años que asumió como primer ministro hace sólo tres meses con una escasa mayoría, ha sido una oportunidad para conseguir apoyo para su liderazgo luego del mandato de Ariel Sharon.
Nasrallah, un erudito religioso de 46 años que cuenta con un fuerte apoyo entre la mayoría musulmana shiíta del Líbano y más allá de ese país, ha mostrado sus agallas a sus partidarios iraníes y sirios y que la batalla de 24 años de Hezbolá con Israel sigue con fuerza.
Luego de una semana de combates, sondeos de opinión en Israel indican que la popularidad de Olmert está muy alta, con un 86% de los encuestados diciendo que la guerra contra Hezbolá es lo correcto y el 78% manifestando que el primer ministro judío está haciendo un buen o muy buen trabajo.
En un discurso de 20 minutos en el Parlamento brindado el lunes, Olmert fue entusiasta y retórico, silenciando a la normalmente impaciente cámara cuando señaló su determinación de llevar la lucha contra Hezbolá, un grupo que desearía borrar del mapa a Israel. "Hay días en la vida de una nación cuando debe mirar a la realidad y decir: suficiente es suficiente. Y yo digo a todos, que hemos tenido suficiente", afirmó ante los miembros del Parlamento.
Lucha entre rivales
Por su parte, Nasrallah no ha sido menos visible o entusiasta. A pesar de decenas de ataques áreos israelíes, muchos de los cuales estuvieron dirigidos contra su casa y oficinas, continúa apareciendo en televisión para denunciar al Estado judío y amenazar con una guerra total en extensos discursos que han conseguido el apoyo popular.
Dos horas después de que su casa fue bombardeada, llamó a los canales de televisión decirles a los libaneses que miraran por sus ventanas y observaran un barco de la armada israelí incendiándose frente a la costa de Beirut, luego de ser atacado por un misil guiado por radar. Mientras que era tímido y casi desconocido cuando se convirtió en el jefe del grupo Hezbolá en 1992, a la edad de 32 años, Nasrallah ha llegado a transformarse en una personalidad elocuente y carismática, cuentan quienes lo han conocido. Con barba, anteojos y vestido con un turbante negro que denota una descendencia del profeta Mahoma, Nasrallah cuenta chistes en sus discursos, que están más vinculados con la política que con la religión. Al igual que su base de apoyo en la comunidad shiíta en el Líbano, se ha ganado el respeto de toda la sociedad, particularmente tras la retirada israelí de su país en 2000, por la que muchos ciudadanos atribuyeron a Hezbolá.
Mientras es incierto si su estrella permanecerá alta a través de la actual crisis, debido a la destrucción que Israel ha causado en el Líbano en los últimos seis días, sus financistas en Siria e Irán apreciarán la guerra de su aliado contra el Estado judío.
Lo que aún está por verse, por supuesto, es quién pestañará y quien sobrevivirá. Olmert, un fanático de la actividad física y corredor de distancias largas, ciertamente tiene la resistencia.
Pero Nasrallah, cuyo hijo mayor murió combatiendo contra Israel en 1997, nació para luchar y ha demostrado que está preparado para desafiar a uno de los ejércitos más poderosos del mundo. (Reuters)
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