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 sábado, 15 de julio de 2006  
Gillespi: "El público se divierte cuando toco y lo disfruto porque también me río"
El músico, que actúa hoy en La Luna, presenta su disco "Bell Vill", al que considera un trabajo bastante popular

José L. Cavazza / Escenario

La promesa: un ámbito intimista, un poco de música cool y encima toda la nostalgia ochentosa de la emblemática planta alta del local de Tucumán 971. Allí, en la ahora renovada La Luna, estarán esta noche Gillespi, su trompeta y su banda presentado en vivo el álbum, "Bell Vill", un repertorio de canciones jazzeras y covers de un pasado lleno de gloria.

Marcelo Rodríguez, que de chico le compró su primera trompeta a un pastor evangélico en Monte Grande, hoy es simplemente Gillespi, músico, humorista de TV y radio, todo un personaje tan rápido de ideas como de palabras. "En mis recitales la gente se divierte, y yo no reniego de eso", dice en la charla con Escenario.

-¿Cómo es "Bell Vill"?

-Es un disco más grupal, donde aparece el sonido de la banda. De hecho, grabamos todos juntos en la sala y hay mucha participación de los muchachos que tocan en el grupo. A diferencia de los otros, que eran más "craneados" por mí, como si fueran discos solistas. Prácticamente, "Bell Vill" se grabó a tracción a sangre.

-Parece menos jazzero que los anteriores discos...

-En lo musical es un disco bastante popular. Aproveché para poner un par de covers que veníamos haciendo en vivo, por ejemplo el "Come Together" de los Beatles, también "Use Me", otro que cantaba Billie Holiday. Hay varios covers y la verdad es que sonaron buenísimos.

-La Cabra cantando a lo Billie Holiday es todo un hallazgo.

-Exactamente. Parece una Billie Holiday un poco cascoteada.

-¿Cómo presentarías a cada uno de los miembros de la banda?

-La Cabra es una promesa, a esta altura del partido, una promesa un poco accidentada, como los vinos que si no los tomás a tiempo se avinagran. Después, está Patán (Vidal), un pulpo verdaderamente y también un buen músico. Está Gustavo Giles que, hablando en serio, es un bajista a la altura de Javier Malosetti y un par más, es excelente. Está además Pablo Plebs en la guitarra, que es el aplicado de la banda, el que revisa las partituras, se lleva tareas a la casa, es decir, el laburante, un europeo de sangre fría. Por último, Gerardo Prícolo, que es un enfermo de la batería que lo tenemos que padecer todo el tiempo, encima es el director de una revista de bateristas, así que está todo el tiempo con tachitos, platillitos y fierritos de todos los tamaños. Es como la juguetería de la banda (risas).

-Generalmente, los músicos de jazz no son personajes reconocidos como vos. ¿Es una ventaja o desventaja?

-Para mí es una ventaja. Y sí, que te reconozca la gente está bueno, para mí lo normal es eso, que si uno muestra lo que hace es para que lo escuche la mayor cantidad de gente. No coincido con esa idea de que, bueno, me escuche poca gente preparada entre comillas para escuchar. Eso sería partir de un concepto egoísta y también suena como que te la estás creyendo, como que nadie está a la altura tuya de poder entender.

-A Roberto Pettinato en sus recitales de jazz lo van a ver muchos fans del personaje que hace en TV, pero él arriba del escenario sólo se dedica a tocar el saxo y casi ni habla, lo cual decepciona un poco a algunos.

-La diferencia con Roberto es que yo no soy una persona tan contrastada. Yo hablo bastante entre tema y tema, la gente se divierte, no reniego de eso. No van a encontrar a un tipo serio y con una postura desconocida para la gente que me conoce de la televisión. Al final, hasta me piden un par de bises... creo que la gente queda copada después del recital. Roberto hace una música más extrema y él se pone en un plan muy serio y, es cierto, algunos van a ver al de "Duro de domar", y se encuentran con otra cosa. Yo, en cambio, si tengo que cagarme de risa en mitad de un recital porque me tenté con algo, me río, la gente lo comparte y está todo bien.

-Por la postura parecés rockero, y por lo musical estás más cerca del jazz.

-Es así. Durante muchos años participé en bandas de rock y casi nada de jazz. Sobre todo en los 90. Cuando arranco con mi proyecto solista es cuando me pongo las pilas con el jazz, pero ya había grabado cerca de 20 discos de rock. También, lo cierto es que yo crecí escuchando rock más que jazz.

-¿Qué épocas en la historia de cada una de estas músicas te gustaron más.

-A mí me gustan mucho los 60. Me vuelvo loco con bandas como los Beatles y otros grupos ingleses, y también el jazz de esos años, como el quinteto de Miles Davis, los primeros laburos de Herbie Hancock, West Montgomery.

-Vos decís que Miles Davis fue un amor a primera vista. ¿Qué fue lo que te cautivó?

-Lo que pasa es que cuando yo escuché por primera vez a Davis no conocía toda su historia. Yo escuché la música. Yo leí su autobiografía hace cinco años, ahí me enteré que el tipo había estudiado en la universidad. Eso sí, lo que tocaba a mí siempre me gustó. Después me fui metiendo más en su historia, en sus distintas épocas. A mí me gustó mucho ese sonido de trompeta con sordina, tan característico de él. Eso a mí me enamoró.

-¿Te planteaste ser alguna vez un músico a tiempo completo?

-No sé, porque a mí me gustan las dos cosas, entonces es difícil darle un corte definitivo a una. En los medios tengo muchos amigos con los cuales me gusta trabajar, como el Gordo Bonadeo o Pettinato, y a mí me divierten mucho, entonces sería muy cruel conmigo dejar ese tipo de laburo.
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En los 90 Gillespi tocó mucho rock y en su proyecto solista se inclinó por el jazz.


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