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 sábado, 15 de julio de 2006  
Enseñanza y aprendizaje de la historia
Mario Carretero: "La escuela tiene que abrirse al mundo"
Para el educador es necesario pensar en identidades más amplias y dialogadas

"¿Qué es el himno? Es una canción que es para la bandera ¿Por qué nosotros tenemos una bandera? Porque estamos en Argentina, y es la bandera de Argentina. (Florencia, de 8 años). Lejos de provocar un rechazo, las respuestas de la nena son para el profesor en psicología cognitiva de la Universidad Autónoma de Madrid, Mario Carretero, una invitación a revisar el aprendizaje y la enseñanza de la historia.

Dirá entonces que desde muy pequeños los niños aprenden a vincularse con la idea de nación de manera emotiva. Claro que también recordará cómo la escuela y otros dispositivos culturales contribuyen a esta apropiación de un pasado y una identidad común.

En este sentido, las imágenes de los próceres descriptos como héroes y los hechos del pasado narrados como leyendas y plenos de mitos también contribuirán para que este propósito de forjar un sentido de pertenencia sea efectivo.

Sin embargo, Mario Carretero está convencido de que "hoy hay necesidad de identidades más amplias, más dialogadas y compartidas". Y para esto hace un firme llamado: "La escuela tiene que abrirse al mundo, dialogar, hacer que todo lo que hay en el mundo entre en ella".

Por eso volverá una y otra vez a explicar cómo los dispositivos culturales utilizados en la Argentina para construir una idea de nación funcionaron. Concretamente se refiere a las celebraciones de las efemérides patrias, que en la escuela llegaron hacia finales del siglo XIX, "en el marco de políticas estatales en las que la escuela funcionó como un agente de cohesión entre poblaciones étnica y culturalmente heterogéneas".

Carretero recordará entonces que "las celebraciones patrias escolares tuvieron en la Argentina un origen popular y aldeano, que se fue perdiendo a medida que el Estado hegemonizó los festejos y les confirió carácter oficial". Un proceso oficiado primero por el Ejército y luego por la escuela.

No es difícil imaginar entonces por qué muchos actos escolares diseñados para estas celebraciones mantienen todavía rasgos acartonados.

Pero para Mario Carretero esa idea de nación que acompañó el nacimiento de estas efemérides ya no es tan efectiva en un momento en que la educación multicultural es un concepto que recorre los debates y agendas educativas en el mundo entero.

"Hoy la nación no es lo que era en el siglo XIX, es otra cosa", dice el docente que colabora asiduamente con la Flacso. Y enseguida agrega: "Las efemérides son elementos perfectamente transformables, que hoy deberían recuperar el sentido original de fiesta que tuvieron, abrirse a la comunidad y no encapsularse en un ejercicio autoritario y militaroide".

Carretero pone especial énfasis en destacar el valor simbólico de estas celebraciones patrias, sencillamente -dice- "porque no hay ninguna comunidad en el mundo que no se sostenga sin elementos de cohesión, y esos elementos de cohesión se sostienen mediante la fiesta".

Reclama, a renglón seguido, recuperar el sentido participativo y festivo para estas celebraciones dentro de la institución escolar. Recuerda también cómo algunas fechas ligadas al pasado reciente, como la del 24 de marzo, se han ido incorporando de a poco a la agenda de las escuelas, aunque todavía guardando en algunas provincias resistencia a su tratamiento.

También hace referencia a la posibilidad de construir ciudadanía que tienen las efemérides como dispositivos culturales. Dice entonces que a las efemérides bien pueden unirse las aspiraciones por una sociedad mejor, la pelea por los derechos, por la igualdad de géneros, entre otras metas.

El profesor se pregunta, y lo toma como ejemplo, por qué no rescatar el Día de la Mujer trabajadora en el calendario escolar. Pedirá entonces hacia la escuela una mayor apertura al mundo, al diálogo con las distintas realidades y por sobre todo despertar una actitud crítica en sus alumnos.

Y a la hora de enseñar historia, entre otros conceptos, demandará a los docentes tomar un nuevo desafío: ahondar en las relaciones entre los contenidos de la historia y los aspectos éticos. "Este es un campo que nos plantean los mismos alumnos, la inmensa mayoría de los chicos cuando nos hablan de derechos".

Para Carretero la formación ética y ciudadana y la historia se siguen enseñando en la escuela por separado. Un error, dirá, porque "la historia está llena de planteos éticos y ciudadanos, no para condenarlos, sino para entender, para comprender que la historia no surge de la nada".


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"Las efemérides escolares deben recuperar su sentido de fiesta", dice Carretero.

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Charly


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